Barcelona
Lenguas en la UE
Ha hablado Mayor Oreja en Barcelona del problema de las lenguas en la Unión Europea. No es tema menor. Cada vez que he ido al Parlamento de Bruselas o a la Comisión me ha parecido absolutamente ilógico, ingobernable y nada práctico que se tenga que traducir cualquier papel en 23 lenguas diferentes. Así no hay manera de avanzar en nada. Por fortuna el sentido común y el sentido práctico de la gente se impone y, al final, el inglés es de hecho el idioma común de la mayoría de los eurodiputados y funcionarios. Inglés y francés, en muchos casos, pero con preferencia por el primero. Algo lógico que debería oficializarse de alguna manera, pero que encuentra resistencia en Alemania y Francia.La realidad es que la UE no puede seguir con este dispendio en la burocracia de las lenguas. Lo normal sería que el idioma anglosajón fuese el oficial en toda la Unión para el día a día, aunque se pudiera compartir esa oficialidad con las otras cuatro más habladas en la totalidad de la Unión, que son, por este orden, alemán, francés, italiano y español. Todas las restantes (hasta 23, incluidas el catalán, el gallego y el euskera) debieran limitarse a ser co-oficiales en sus respectivos territorios, pero no en las instituciones comunitarias. Traducir cada discurso de cada parlamentario a más de veinte idiomas distintos es sencillamente imposible de sostener desde el punto de vista del gasto, amén de latoso y nada práctico.Se quejaba Jaime Mayor en Barcelona de que el español no tiene en la UE el trato que se merece, en atención a su peso como segunda lengua de uso corriente a nivel mundial. Tiene razón. Alemanes, franceses e italianos están por delante de nosotros por población, con el agravante de que en los últimos tiempos el castellano ha perdido posiciones por la decisión incomprensible de restar de nuestros 45 millones de habitantes a aquellos que viven en Cataluña, Baleares, País Vasco, Comunidad Valenciana y Galicia, al acreditarles como hablantes de sus respectivas lenguas regionales. Decisión absurda pero adoptada por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero para cumplir sus compromisos con los socios nacionalistas, que exigen la co-oficialidad en Europa del catalán, el gallego y el vascuence.Veo por eso mismo complicado que el español pueda llegar a ser considerado como segunda lengua de la UE, como propone el candidato del PP. En los últimos tiempos su peso ha ido disminuyendo por la razón antes mencionada. La batalla tiene que centrarse ahora en lograr que seamos una de las cinco de referencia, y que no nos adelante el polaco o alguno de los idiomas del este, cosa que al paso que vamos no sería impensable.Una vez más nos encontramos ante la paradoja incomprensible de que tenemos una lengua que avanza en todo el mundo menos en nuestro propio país y en Europa, debido a decisiones de los gobernantes. Nos dedicamos a restar en vez de a sumar, cosa que no sería imposible si lográramos alcanzar algún tipo de acuerdo de mutuo interés con Portugal (el portugués y el castellano son similares en un 87 por ciento de su léxico), con lo que por número de habitantes estaríamos al mismo nivel que ingleses, franceses e italianos. Pero aquí estamos siempre en la pequeña miseria de las banderas y los himnos. Así nos luce el pelo.
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