País Vasco

Lo que el PNV teme perder

El Gobierno vasco ha tejido una trama clientelar con presencia en cerca de 300 entidades

La Razón
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Las elecciones del pasado domingo en el País Vasco abrieron el camino a la alternancia en una comunidad controlada por el nacionalismo desde hace 30 años. Por primera vez, los ciudadanos respaldaron mayoritariamente la opción constitucionalista en la Cámara autonómica. Hemos defendido en innumerables ocasiones que el concepto de alternancia en el poder era no sólo saludable en democracia, sino que resultaba imprescindible. La condición casi vitalicia de una administración genera indefectiblemente vicios y disfunciones que acaban por contaminar el sistema hasta en muchos casos corromperlo. En el País Vasco, saben mucho de esto, porque lo han sufrido. El PNV ha practicado una ocupación de prácticamente todos los resortes del poder hasta limitar realmente la libertad de aquellos que no compartían el proyecto nacionalista. Se ha cercenado también extraordinariamente la capacidad de los partidos de oposición para luchar de igual a igual con la formación de gobierno. Se han encontrado enfrente con todos los resortes de un régimen que se ha resistido tres décadas a dar paso a otros, lo que concede un extraordinario valor a lo que sucedió el pasado domingo. La tupida trama clientelar extendida por la Comunidad con epicentro en Ajuria Enea describe por sí sola un sentido de propiedad del poder que chirría en un Estado de Derecho. Aunque la transparencia no es precisamente una cualidad en la Administración vasca, el informe que LA RAZÓN publica hoy desvela ese mastodóntico aparato de intereses que controla el PNV. Los Presupuestos de 2009 reflejan que el Gobierno vasco participa de forma mayoritaria en algo más de 60 sociedades públicas. Esa cifra se eleva sustancialmente hasta cerca de 300 entidades de derecho privado en las que la administración autonómica tenía una presencia de más de un 10 por ciento, según los últimos informes disponibles del Tribunal vasco de Cuentas Públicas. El porcentaje no admite comparaciones con el resto de autonomías españolas, pues supera de manera holgada el ratio de este tipo de sociedades por población de regiones como Andalucía o Madrid.El mismo órgano fiscalizador ha denunciado reiteradamente la falta de publicidad en la contratación de personal por parte de las sociedades públicas, tal y como obliga la legislación vigente. De igual forma, se ha abusado de la libre designación para cubrir puestos. Estas dos circunstancias, la falta de publicidad y la libre designación, permiten adivinar que en estos momentos el PNV controla con su burocracia de gentes afines todos los resortes de control y toma de decisión de la Comunidad. Resulta especialmente inquietante y significativo los 500 mandos policiales nombrados «a dedo», de los que la mitad trabaja en la Unidad de Información y Análisis, y que constituyen todo un paradigma de ese régimen asfixiante y oscurantista. Los exabruptos de las últimas semanas de los dirigentes del PNV ante la posibilidad de perder el Gobierno, impropio de un partido con auténtico espíritu democrático, se comprenden mucho mejor una vez comprobado todo lo que pueden perder en este tránsito. El PNV es un partido eminentemente de poder, como lo demuestra que haya sido capaz de gobernar apoyado en el partido de ETA y que los mismos no tengan rubor alguno en plantear acuerdos con el PSE e incluso con el PP para no tener que abandonar Ajuria Enea. Creemos que la formación de Sabino Arana ha prestado un pésimo favor a la democracia vasca con su radicalidad y sentido patrimonialista del Gobierno. Su puesto está ahora en la oposición para desde allí abrir una profunda reflexión interna que le permita renovar y modernizar un proyecto que no casa con los intereses y necesidades de la sociedad.