Londres
Lo que esconden los «falsos delgados»
Sin apenas kilos de más, pero con problemas cardiovasculares. ¿Cómo? ¿Por qué? Nadie se lo creería al principio, pero es cierto. La acumulación de grasas alrededor de los órganos multiplican considerablemente el riesgo metabólico y contituyen un peligro mayor que la grasa subcutánea. Los depósitos de grasa visceral, relacionados con la aparición de problemas metabólicos y cardiovasculares, representan el 35,7 por ciento de la grasa corporal de los hombres obesos y el 17,3 de la grasa de las mujeres, según un estudio realizado sobre 2.000 personas obesas por los expertos de Nutrición Center (NC), que aseguran que estos datos demuestran que la probabilidad de padecer patologías derivadas del sobrepeso es tres veces superior en mujeres que en hombres. Casi la mitad (un 40 por ciento) de los españoles entre los 25 y los 60 años tiene problemas de sobrepeso y el 15 por ciento padece obesidad. La grasa visceral, contenida en la parte interna de las cavidades corporales -envolviendo los órganos, sobre todo los abdominales- se asocia con alteraciones metabólicas y cardiovasculares. Además, ocasiona patologías como la diabetes, colesterol, hipertensión arterial, artrosis, problemas óseos algunos tumores e inapetencia sexual. Por otro lado, la grasa a veces sólo se encuentra bajo la piel, de forma subcutánea. ¿Cómo se descubre? A través de una sencilla prueba de imagen, gracias a la resonancia magnética de alta resolución (MRI, por sus siglas en inglés) o a la tomografía computarizada se puede obtener una «fotografía» de la distribución de lípidos de una persona. Jimmy Bell, jefe del grupo de Imagen Molecular del Medical Research Council del Imperial College de Londres (Reino Unido), llevó a cabo un proyecto en el que demostró este hecho. «Cualquier persona que no realice una cantidad significativa de actividad física, esté gordo o se mantenga en un peso equilibrado sólo con dieta debe sospechar y acudir a su médico para saber si tiene este riesgo», expone Bell. En este sentido, diversas investigaciones advierten de que la sarcopenia -reducción y pérdida de funcionalidad del tejido muscular- es la raíz del incremento de la obesidad en los últimos años. El profesor Carlos Saavedra, máster en Ciencias de la Actividad Física de la Universidad Laval de Canadá, alerta de que no vale con la dieta ni el ejercicio físico aeróbico, como defienden habitualmente las corrientes tradicionales, sino que hay que añadir el desarrollo de masa muscular. Así, Bell afirma que no existe terapia pautada para eliminar la grasa visceral en la actualidad, pero «sólo la actividad física y el consumo de carbohidrato fermentable -como la fibra- establecen una significativa reducción». Saavedra explica que cuando se practica ejercicio la densidad mitocondrial se eleva y hasta durante el reposo se consume más grasa, lo que demuestra que la actividad física con sobrecarga «es mucho más eficaz que los fármacos y la dieta». Por ello, hay accidentes cardiovasculares que se deben a una acumulación de grasa porque durante mucho tiempo el músculo no tuvo suficiente actividad como para consumir la grasa que le rodeaba y provocó una disfunción en la mitocondria, células encargadas de suministrar la energía. Un estudio llevó a científicos japoneses a someter a los luchadores de sumo a la prueba del escáner MRI con el fin de observar la distribución de sus lípidos. A pesar de que su índice de masa corporal superaba el 56 -que se podría considerar obesidad mórbida- y se alimentaban con más de 5.000 calorías diarias, tenían poca grasa visceral. «Ellos tenían bajos niveles totales de colesterol, al igual que triglicéridos y, además, no había resistencia a la insulina. Ello se debe al ejercicio diario», explica Bell. Por otro lado, en Escandinavia se han observado poblaciones gordas, completamente sanas porque su tejido muscular es de calidad y la grasa no se instala en los órganos ni en las arterias sino en el tejido subcutáneo.
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