Navarra

Los cimientos de UPN se tambalean

Los desencuentros entre Miguel Sanz y la presidenta del partido se han agudizado en los últimos meses. La cercanía de Barcina al PP, el detonante de las diferencias entre ambos líderes navarros

Yolanda Barcina y Miguel Sanz en la última Ejecutiva
Yolanda Barcina y Miguel Sanz en la última Ejecutivalarazon

MADRID- En el edificio político de Unión del Pueblo Navarro (UPN) comienzan a aparecer grietas, después los encuentros y desencuentros que han protagonizado sus dirigentes en los últimos meses, sobre todo tras la ruptura con el PP. Las elecciones regionales de 2007 marcaron el comienzo. La UPN liderada por Miguel Sanz perdía la mayoría para gobernar quedando a merced del PSOE y NaBai. No era el final de la formación, pero su líder supo leer que las urnas habían puesto fecha a su liderazgo. «No haré como Aznar y no designaré sucesor», dijo Sanz. Pacto de unidadPero la ruptura con los populares, tras 17 años de alianzas, hizo que el presidente navarro cambiara su guión y situara a Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona, en el pórtico de los predestinados al liderazgo. La ocasión para dar el «chupinazo» era un congreso marcado por la ruptura de un pacto y la división interna. En estas circunstancias, el nuevo liderazgo de Barcina no resultaba fácil y otros candidatos como el veterano Alberto Catalán, consejero de Sanz, comenzaban a sonar con fuerza. Catalán tenía un importante número de afines en las bases, precisamente los que más peso tienen en UPN. Pero la mano del presidente navarro, tal vez para seguir moviendo los hilos del partido, consiguió que Yolanda Barcina se postulara como candidata única y presidenta de UPN. De aquel congreso salió un partido dividido en tres fracciones: los afines a la alcaldesa de Pamplona, (una minoría), los partidarios de Catalán y los simpatizantes de Miguel Sanz. Por otra parte, es bien conocida la querencia de Barcina hacia el PP y su política de sumar voluntades y, aunque no niega su apoyo a las actuaciones de Sanz respecto al PP, tampoco ha demostrado importantes deslealtades con los populares. «Hay que intentar el pacto con el PP; que UPN y PP juntos siempre le ganaron al PSN», ha llegado a reconocer. Las recientes elecciones europeas fueron la última ocasión en que se volvió a escenificar la división interna de UPN. En los comicios del 7-J, al tratarse de una demarcación única, España, era necesario agrupar votos para lograr un escaño. Al no presentar UPN un candidato, se manifestó de nuevo el choque de criterios. Por un lado, Sanz apostó por una dura crítica a los populares, y animó a sus votantes a optar por el silencio. Por otro, Yolanda Barcina, como presidenta de UPN, adelantó que su formación diría algo al respecto. Desde las filas de su partido, el secretario general, García Adanero, la corrigió: «No tenemos nada que decir». Finalmente, Barcina, de manera indirecta, se confesaba a favor del candidato Pablo Zalba, a quien calificaba como «una buena elección». De alguna manera, estaba vinculando el voto de UPN hacia el representante del PP, que no había militado en ningún partido con anterioridad. Tal vez por eso, la noche del 7-J, una vez elegido Zalba como único europarlamentario navarro, Barcina le telefoneó para felicitarle. Sanz, por el contrario, y a pesar de que el PP logró una distancia de 6,6 puntos sobre el PSOE, dijo: «Los 15.000 votos perdidos por el PP en Navarra tenían una explicación: Los navarros no aceptamos deslealtades». Por su parte, los socialistas aprovecharon la ocasión para advertir de que cualquier aproximación de UPN al PP «dificultaría el entendimiento con el PSN». Era Adanero quien salía en defensa de Barcina: «Son declaraciones más propias de una campaña electoral». Mientras, Sanz actúa de espectador y apenas va a las Ejecutivas salvo cuando hay que escenificar unidad. Si ve que Barcina se orienta demasiado al PP, intentará dar un golpe de efecto.