Toledo

Los milicianos quemaron los cuerpos de Camuñas para no dejar rastro

Los milicianos quemaron los cuerpos de Camuñas para no dejar rastro
Los milicianos quemaron los cuerpos de Camuñas para no dejar rastrolarazon

CAMUÑAS (TOLEDO)- La última de las víctimas arrojadas por los milicianos a la mina romana de Camuñas, en Toledo, recibió el tiro de gracia antes de caer. Su cráneo, atravesado por el orificio de un proyectil de un fusil máuser, ha sido lo primero que se han encontrado los forenses de la Sociedad de Ciencias Aranzadi debajo de 25 toneladas de arena. Pero no es lo único. Junto a él había otra calavera, de un joven de 18 años, y después un fémur, una rodilla, huesos de la mano y del pie¿ Evidencias, todas ellas, que permiten confirmar que el pozo se convirtió en un lugar de fusilamientos masivos por parte de los republicanos. Y que los verdugos hicieron todo lo posible por ocultarlos para siempre. El bando nacional Después de seis días de búsqueda, los técnicos de Aranzadi, una asociación experta en exhumación de víctimas de la Guerra Civil, concluyeron ayer los trabajos de localización de los cuerpos, en lo que ha sido el proyecto más ambicioso emprendido hasta ahora en España para recuperar caídos del bando nacional, y del que ayer informó este periódico. Por el momento, se ha hallado una superficie de unos 70 centímetros de alto por dos metros cuadrados de ancho (aunque podría ser el doble), en la que se acumulan numerosos huesos. Sin embargo, según el forense, Francisco Etxeberria, no es posible aventurar el número exacto de cuerpos sin hacer un examen exhaustivo, una tarea que, de llevarla a cabo, implicaría una gran complejidad. Sin duda, lo que más ha sorprendido a los expertos ha sido el empeño que pusieron los verdugos en borrar las huellas: ya no es sólo que arrojaran 25.000 kilos de arena y cal, sino que muchos de los huesos se encuentran carbonizados, lo que confirma las denuncias de la época que sostienen que sobre los cuerpos (en torno a un centenar, según las versiones más conservadoras) los milicianos tiraron maderas, a las que después prendieron fuego. Y no hay que olvidar que muchas de estas víctimas eran arrojadas vivas a la mina.