Rusia
Los «piercings» son peligrosos con el frío
El invierno no es la estación más recomendable para llevar un «piercing», o lo que los más mayores conocen como agujerearse ciertas partes del cuerpo para colocarse pendientes. Y menos con la ola de frío que azota en los últimos días.
El motivo radica en que en que el frío propio de esta estación hace que el material con el que están fabricados (generalmente metal) se quede pegado a la piel. Esto ocurre especialmente en países como Alemania, donde las temperaturas pueden alcanzar cotas de 29 grados bajo cero. Así lo advirtieron recientemente desde el servicio sanitario alemán Techniker Krankenkasse (TK).
Julián Conejo Mir, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología, afirma que «los pabellones auriculares, las cejas y la nariz son zonas en las que quitar un pendiente puede provocar quemaduras que dejan cicatrices llamadas queloides». Algo que no ocurre en la lengua porque «la temperatura es mayor a otras zonas del cuerpo», matiza Conejo Mir. Los científicos apuntan que la rapidez con la que se enfría el metal hace que se enfríe la zona de la piel en la que se encuentra colocado.
La consecuencia es una señal muy poco estética. Como anécdota, los profesionales recuerdan que no es un hecho nuevo. «El ejército de Napoleón sufrió las consecuencias en su paso por Rusia. Los fusiles se quedaban adheridos a sus manos debido a las bajísimas temperaturas del país». Metales Pero no ocurre con todos los metales.
«El cobre y la plata son los que más conducen el frío y pueden producir más quemaduras, a diferencia del acero inoxidable», apunta Conejo Mir. Otro de los inconvenientes es que «el frío provoca anestesia, y un traumatismo involuntario, como puede ser un golpe o engancharse con algún objeto, hace que te lleves por delante el ¿piercing¿ y la piel», señala el presidente de la Sociedad Española de Dermatología.
Y aquí no acaban los trastornos que el moderno adorno puede llegar a provocar. Destacan las infecciones, habituales en cerca del 20 por ciento de los casos por ciento de los casos, según señalan los expertos. Esto se debe a que las medidas higiénicas seguidas por el portador del aro no siempre son las más adecuadas.
Además, en muchos casos éstos se colocan en lugares del cuerpo poco irrigados por la sangre, como ocurre con el cartílago de la oreja o el ombligo, con lo cual la respuesta del sistema inmune es pobre y la llegada de defensas vía sanguínea es escasa. Y la mayor gravedad para el individuo están en el «shock» tóxico, consecuencia de una alergia al material empleado. No hay que olvidar el factor añadido que se presenta cuando el pendiente se coloca en la lengua o labios, unas zonas muy vascularizadas y que pueden producir importantes hemorragias.
Hepatitis Tampoco hay que dejar de lado el grave riesgo que se tiene durante estas prácticas en las que la sangre está de por medio. Y es que si no se extreman las precauciones de higiene, el número de posibilidades de contraer enfermedades como la hepatitis y el VIH se multiplican.
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