Estados Unidos

Los secretos de un análisis de orina

Con una sencilla prueba se diagnóstica desde una infección a enfermedades como la diabetes, dolencias renales e, incluso, un tumor. Científicos alemanes ven posible detectar también patologías de las arterias coronarias 

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Es uno de tantos motivos que nos hace madrugar y no es precisamente agradable, pero no cabe duda de que es necesario y puede revelar mucha información sobre nuestra salud. Porque el análisis de orina no sólo forma parte de los chequeos rutinarios de empresa, sino que a través de ellos se puede detectar desde una infección común como la cistitis, hasta enfermedades como la diabetes, dolencias renales e, incluso, un tumor.Y por si fueran pocos los datos que aporta, la comunidad científica le ha dado la oportunidad de aumentar la lista. Hace apenas unos días, un estudio del Hospital Universitario de Friburgo (Alemania) afirmó que un análisis de las proteínas (proteómico) de este líquido de desecho podría bastar para diagnosticar aterosclerosis (trastorno de obstrucción de las arterias) y la enfermedad arterial coronaria. El trabajo se presentó en la conferencia anual de la Asociación Americana del Corazón celebrada en Washington (Estados Unidos). En la actualidad, la angiografía coronaria –líquido que se introduce en las arterias para visualizar anomalías bajo los Rayos X– es la prueba diagnóstica frecuente; sin embargo, según explica Constantine von zur Muehlen, director del estudio, a A TU SALUD, «nuestros datos revelan que el análisis proteómico es una técnica no invasiva que no necesita exponer al paciente a líquidos de contraste ni radiación».Los investigadores dieron con 17 fragmentos de proteínas de colágeno que, al parecer, sólo se encontraban en los pacientes afectados. Después, compararon los resultados con los de un grupo de pacientes sometidos a la angiografía coronaria. «La eficacia del patrón de proteínas para identificar la enfermedad fue del 84 por ciento», argumentó Muehlen.Por su parte, Antonio López Farré, jefe de la Unidad de Investigación Cardiovascular del Servicio de Cardiología. Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que «la proteómica es, probablemente, la tecnología más avanzada del momento para la identificar biomarcadores asociados al pronóstico, diagnóstico y tratamiento de diferentes patologías. En mi opinión, la enfermedad aterosclerótica afecta, no sólo a las arterias, sino también otros terrenos, incluido el renal, y probablemente exista una relación entre el daño aterosclerótico renal y el coronario. No obstante, este estudio requiere más trabajos en los que se realice una valoración de la funcionalidad coronaria y renal de los mismos». Javier Escaned, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos, afirma que «este tipo de búsqueda continúa y debe hacerlo, pero está lejos de ser óptima. Lo importante es recordar que ya disponemos de información que permite saber el riesgo de enfermedad cardiovascular. Si se aplicase al cien por cien, se reduciría drásticamente la muerte y el desarrollo de la enfermedad».

InfeccionesNo obstante, hasta que se verifique la eficacia de este tipo de trabajos, el análisis convencional seguirá siendo la prueba más frecuente cuando uno se presenta en consulta con escozor al miccionar, si no va mucho al baño o si la orina es caliente, entre otros síntomas. Las responsables son las bacterias, y hay una multitud. Las que causan infección, en líneas generales, pertenecen a la familia de las enterobacterias, que están en el aparato digestivo y acceden a través de la uretra, alcanzando en ocasiones la vejiga e incluso los riñones, lo que agrava la patología. Desde la Asociación Americana de Urología advierten de que las mujeres son más propensas a desarrollar una infección en el tracto urinario (ITU), porque tienen uretras más cortas y las bacterias deben recorrer una distancia menor para llegar a la vejiga. Una vez realizado el análisis bioquímico «se observa si hay cambios en la composición de la orina», explica Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.Cuando hacemos lo que no debemos y miramos los resultados de la prueba, pueden saltar las alarmas. De todos los valores que aparecerán, con siglas indescifrables para muchos, hay que fijarse, más que en lo que hay, en lo que no hay, es decir, «es importante ver si hay presencia de nitritos y de leucocitos. Si es negativo, las probabilidades de infección son mínimas, mientras que si resulta positiva, es casi seguro que haya problema. Sin embargo, el diagnóstico definitivo sólo lo dará un urocultivo», con el que se aísla la bacteria para determinar el mejor tratamiento antibiótico. Lo demás, «sólo eleva en mayor o menor medida la sospecha», explica Moreno.Este especialista advierte de que «a veces se confunde colonización con infección. Las bacterias están presentes siempre, pero no implican necesariamente contaminación. El punto de corte más acertado en cuanto a número bacteriano presente en un cultivo es de 100.000 colonias por mililitro de la misma bacteria». Si hay menos, generalmente no hay peligro.

Terminado en «uria»Por otro lado, siguiendo la línea de desobediencia médica, hay que saber que todos aquellos términos acabados en «uria», significan que aparecen células o moléculas que no deberían (hematuria, glucosuria, proteinuria, bacteriuria...). Por ejemplo, hematuria quiere decir que está presente una cantidad de glóbulos rojos, y es un indicativo de posible alteración en el riñón o en la vejiga. Si cursa con dolor, es posible que existan cálculos renales o un tumor. Pero para saber todos estos datos, antes hay que entregar la muestra. Y para hacer las cosas bien, lo primero es la higiene. Los hombres y los niños deben tener limpia la cabeza del pene y las mujeres lavar el área que hay entre los labios. Después de orinar una pequeña cantidad dentro de la taza del inodoro para limpiar la uretra de sustancias contaminantes, se recoge una muestra en un recipiente estéril. Se retira el recipiente del chorro de orina sin dejar de orinar y se termina el proceso de micción. En cuanto a los bebés, en la farmacia existen unas bolsas (distintas para niño o niña) específicas. Lo primero, al igual que en los adultos, es limpiar y secar bien la zona genital y adherir la bolsa para recoger la muestra. Hay que asegurarse de que el dispositivo de recolección con el que cuenta esté bien ajustado para que no se filtre nada. Después de que el pequeño ha orinado, se transfiere la orina a un recipiente estéril. Además del método convencional del «bote», que genera tantos problemas, sobre todo de puntería, existen las denominadas tiras químicas o reactivas. Consisten en pequeñas cintas de plástico rígido a las que van pegados unos reactivos (cuadraditos de un material poroso, de colores suaves). Estos cuadraditos van impregnados de sustancias que reaccionan cambiando el color al entrar en contacto con la orina.Una de las dudas frecuentes la noche antes de la prueba es si se puede beber agua o, al igual que ocurre con las analíticas de sangre, a partir de cierta hora no hay que ingerir nada. Según los expertos, se puede beber toda la cantidad que el paciente precise. De hecho, entre las recomendaciones para evitar las temidas infecciones está la ingesta de líquido, así como no aguantarse las ganas de ir al baño, miccionar después de las relaciones sexuales y procurar usar ropa interior de algodón.