Historia

Crítica de cine

Los síntomas de la salud (III)

«Hay manchas que la higiene no puede borrar. Ándate con cuidado, muchacho»

La Razón
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En los muchos años que llevo en el Savoy he podido percibir en los mafiosos una cierta obsesión por la elegancia y por la higiene, hasta el punto de que incluso los cadáveres de la funeraria de Jerry Mangano parecen los soñolientos clientes de un balneario echados en sus tumbonas mientras aguardan la presencia del fisioterapeuta, silenciosos y apuestos, como si los fuese a resucitar in extremis el pulcro escaparatista de Pierre Balmain. Muerto el viejo Pavesse, su aroma permanece vigente y podría decirse que la higiene continúa siendo un eficaz sustitutivo de la mala conciencia. A muchos de estos hombres el remordimiento les atormenta menos que la mugre y no hay que fijarse demasiado para darse cuenta de que en muchas cabezas criminales lo que ronda después de un asesinato no es el agobiante peso de la culpa, sino el teléfono de la manicura. Las uñas sucias suelen producirles más inquietud moral que el olor inculpatorio que haya dejado en sus manos una pistola recién disparada. Meses antes de morir, el viejo Pavesse me dijo que sus magníficos trajes habían hecho más por su reputación que sus abogados. Heredero sin duda de las ideas del fundador del Savoy, Tonino Fiore jamás toma una decisión dramática sin haberse cerciorado antes frente a un espejo de que su elegancia sea la que requiere la ocasión. Algo en su interior le dice que la higiene corporal le imprime limpieza a cualquier decisión y que en un hombre elegante el disparo de su revólver constituye en cierto modo la rúbrica de un gesto en el que se puede intuir la delicada tiza de la alta costura. Chester Newman escribió hace años en el «Clarion» que «por las razones que sea, lo cierto es que a los hombres como Tonino Fiore lo que les produce inquietud al disparar no es el riesgo de que les remuerda la conciencia, sino la incómoda evidencia de que al ir a apretar el gatillo le tiren las sisas de la americana». Todavía recuerdo lo que una madrugada le dijo el detective Artie Fuller a un tipo al que le seguía la pista por un asesinato: «Hay manchas que la higiene no puede borrar. Ándate con cuidado, muchacho. No olvides que en la oscuridad de los asuntos sucios nada hay tan visible como la mentolada huella de la limpieza»...