Policía
Los testigos de «El Bloque» asustados
Irina se sentía segura hace doce meses. Confió en la Justicia y habló sobre lo que había visto. Ahora tiene miedo.
MADRID- Irina tenía un teléfono móvil prestado. Los investigadores de la Policía Nacional le dieron uno por si necesitaba ayuda en cualquier momento. No era para menos, las formas mafiosas de los integrantes de «El Bloque» habían quedado patentes durante las pesquisas policiales que llevaron a su arresto. Porque Irina es una testigo protegida de la supuesta trama de corrupción policial de Coslada. Un estatus que únicamente tiene valor en un papel, porque esta joven de origen rumano, desde luego que no se siente protegida en absoluto. Hace un año, sin embargo, la tranquilidad de Irina era distinta. Tampoco se sentía la mujer más protegida del mundo, pero de vez en cuando, recibía la llamada de un agente que se preocupaba por su estado. Se hablaban incluso con familiaridad. Claro que por aquel entonces, Irina tenía mucha información acerca de cómo funcionaban y qué hacían los chicos de «El Bloque». Adrián Jaramago, uno de los imputados, había sido novio suyo durante un tiempo. El suficiente como para poder dar a los investigadores datos y anécdotas que les ayudaron a juntar las piezas del puzzle de la corrupción policial. Además, Irina sentía que su seguridad dependía, en gran medida, de denunciar públicamente lo que había visto hacer a estos policías locales. Un riesgo para una testigo protegida que tampoco gustaba a los investigadores, pero que, sea como fuere, se materializó. Irina habló en los medios de comunicación y contó sus verdades del barquero.Sin avisosEl tiempo pasó, Irina se enfrentó a amenazas y encontronazos con los policías que continuaban en activo, pero que mantenían una relación de amistad con los detenidos. Si se los cruzaba, la paraban. Le pedían los papeles si iba en coche y la increpaban. Nadie hizo nada.Los meses volvieron a pasar, y los primeros agentes de «El Bloque» quedaron en libertad. Un riesgo considerable para una testigo protegida afincada en Coslada. Existían muchas probabilidades de que se cruzase por la calle con alguno de los chicos a los que había denunciado a la Policía, pero nadie la avisó de que ya no estaban entre rejas.El teléfono que hacía un año sonaba para pedir que acudiese a identificar fotos y a facilitar información no sonó para advertirle de que parte de los chicos de «El Bloque» volvían a a casa.Irina no dio crédito. Su caso es si cabe más sangrante porque, antes de que se produjesen las primeras detenciones de la operación «Bloque», Irina sufrió una agresión por parte de su ya entonces ex pareja, Adrián Jaramago, en plena calle. El agente municipal de Coslada fue detenido y el juez le impuso una orden de alejamiento de Irina.Esta rumana nunca imaginó que si Adrián salía a la calle, nadie la iba a avisar y así fue. Jaramago consiguió la libertad y el azar volvió a unir sus caminos en una localidad cercana a Coslada. Una estampa que nunca debió de haberse producido.Sobre todo, porque Irina se había asustado más de la cuenta en los últimos tiempos. Recibía extrañas llamadas al móvil y la puesta en libertad con cuentagotas de los policías la habían forzado a mudarse. El reencuentro con su ex acabó en agresión y en comisaría. Nadie hizo nada en esta ocasión tampoco.La puesta en libertad de todos los imputados en el caso «Bloque» preocupa y asusta a los testigos del caso. Las prostitutas rumanas, los hosteleros que denunciaron las coacciones e, incluso, agentes locales han colaborado con la Justicia. Ninguno tiene protección ni escolta. Muchos tienen miedo de que el azar les ponga en la misma tesitura que a Irina, o incluso, mucho peor.
La ley del silencio vuelve a CosladaSi los 22 años de Ginés al frente de la policía Local de Coslada fueron, según muchos, una verdadera «ley del silencio» en la que los atropellos de la mafia policial eran silenciados y casi nadie se atrevía a decir «esta boca es mía», ha bastado que el presunto jefe de la trama policial vuelva a la localidad por unas horas para que de nuevo las bocas vuelvan a estar callada. Varios grupos y asociaciones declinaron en la tarde de ayer pronunciarse sobre cuál era su opinión sobre el polémico regreso. En privado, muchos lo formulan con claridad: «Si ya cuando los detuvieron nos era difícil encontrar gente que tuviera los arrestos para dar la cara, imagínate ahora. Todos tenemos trabajo y familia aquí. Lo siento». Pese a que esa es la tónica general, siempre hay agrupaciones, como el colectivo ARCO, que siguen hablando, pero son los que lo hicieron siempre. El resto, calla.
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