Cataluña
Maquillaje
No hay derrotas dulces y menos en política. El presidente ya no le podrá decir a Rajoy que no le ha ganado unas elecciones porque éstas, siendo europeas, los dos se lo tomaron como una cuestión personal. Y ganó Rajoy. Ya no vale el ninguneo y el desprecio hacia el líder de la oposición. En el PSOE han dolido los resultados porque no esperaban una diferencia de casi cuatro puntos. Pepe Blanco comentaba a un grupo de periodistas que la próxima campaña sería su responsabilidad, lo que se interpretaba como una descalificación hacia Leire Pajín. Pero como siempre pasa en estos casos era, dice, una broma, y se hace corresponsable de la estrategia y el resultado electoral. El presidente felicitaba a Pajín por su buen trabajo, pero apenas ha entrado en valorar los resultados más allá de la crítica al PP. Es la máscara obligada en la política, su peculiar forma de maquillaje, porque muchos cargos socialistas, especialmente en Ma- drid, piden que se tome nota de la advertencia del electorado y se tomen medidas. Al presidente, aunque no quiere saberlo, se le acaban los conejos, los golpes de efecto, incluso los relevos en un Gobierno ya altamente combustionado donde brilla, como ejemplo de la luz que guía al presidente, la ministra Aído. Pero seguro que habrá sorpresas, desde el marketing, con Blanco al mando de las operaciones. No lo tiene fácil con la crisis, la sentencia del estatuto de Cataluña, la energía nuclear, el aborto o los presupuestos del Estado. Pero la maquinaria está en marcha. No valen ya sonrisas, optimismo y descalificaciones. O tal vez sí. Lo veremos.
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