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Mari Trini nunca escribió su historia de amor

La Razón
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Cantó al amor. Y lo vivió con una pasión que parece ejemplar en tiempos en los que las parejas apenas duran: Mari Trini compartió durante 40 años una de esas historias a las que no puso música, y cuidado que siempre estuvo inspirada. Ahora lo recuerdan exaltadores de una entrega total, que, a veces, renunciaron, porque era difícil como buena artista. Pero con ella siempre estuvo Cloudette con una paciencia, comprensión y complicidad total. Casada y con un hijo, lo dejó todo para irse en pos de la autora de «Amores». Soportó, aconsejó en los momento de gloria –allá por los 70 del siglo pasado– y sobrellevó con ella el bajón no sólo artístico, sino el engaño, o más bien estafa, de un íntimo con los dineros que le había confiado. La arruinó. Mari Trini nunca se repuso, pero allí permaneció Cloudette, inasequible en su amparo y desinterés, evidencia de un amor sin fisuras. Una mujer auténticaA principios de 2000 intentó reaparecer: hizo un disco de boleros con los Panchos –bueno, con lo que quedaba de ellos– y recreó sus grandes triunfos. Son la historia de una generación, canciones llenas de sentimiento sin los quejidos de Julio Iglesias o el planto inacabable que Perales puso a sus temas. Celosa de su vida privada a la que muy pocos accedieron, quizá se autorretrató con distanciadora ironía al decir: «Cuando me haga mayor y sea todo un hombre...». En «Yo no soy esa» lo dejó claro. Ahora se ha ido desde el semi-retiro murciano, donde no vivían mal, pero recibían ayuda de una admiradora, que les cedió una casa para que promocionase una urbanización. Nunca comercializó su vida, ni puso en almoneda sus sentimientos, ya que era una mujer auténtica. Tuvo un amor envidiable que supo compartir, como no le ocurre a esa Belén Esteban siempre metida en líos, escándalos y descalificaciones. No ha cumplido un año de casada y Fran y ella andan cada uno por su lado. Me aseguran que él, más amador que amado, no resistía más. Que estaba al límite, harto de peleas que no tenían nada de privado. Belén se descomponía fácilmente, como suele hacerlo si la buscan en las mañanas de Ana Rosa Quintana. Pueden ser desajustes emocionales, producto de algo que considera medicación. Suele ocurrir y sé de lo que hablo. Conozco por terceros el estado de ansiedad, desesperación y angustia que crean determinadas dependencias. Sus consecuencias son constantes altibajos. Aseguran que Fran está como liberado, Belén era su pesada carga. Al final, Jesulín no resultará tan malo como pretendían. Y alguno le llama la princesa del pueblo...