Más que una gran dama

Siempre que fallece una actriz con edad y categoría como Mary Carrillo se tira del tópico: «Desaparece una gran dama del teatro», lo que hace pensar que nuestra historia teatral es una fuente inagotable de grandes damas que van cayendo sucesivamente en un perfecto final dramático para recibir una gran ovación y ponerles su nombre a una sala. Pero de lo que se trata es de hablar de algo más, de una intérprete de casta de las que maman y se hacen sus primeros dientes en el escenario, se curten el pellejo entre bambalinas empolvándose la miseria, viven en el calendario inestable de viajes y giras, al son de trenes y sombra de pensiones, para permitir que se abra el telón y se levante el sueño de fantasías y lujos.La Carrillo tenía una imagen delicada y un temperamento de armas tomar. Podía parecer requetefina y al mismo tiempo hacer gala de un humor demoledor. Más que una gran trágica, era una fenomenal cómica en todo el sentido clásico de la palabra. Su especialidad eran esos diálogos afilados de última palabra que dejan al público pasmado o al borde de la carcajada. Sabía cómo apoderarse de la escena, y entre sus muchos éxitos, permanece en nuestra retina ese duelo colosal de registros que mantenía con la gran Concha Velasco en «Buenas noches, madre». Hay que hablar también de sus méritos en el cine, aunque pueda parecer que se limitara a papeles secundarios. Pero ahí está su espléndido trabajo en «El pisito», y su genial máter superiora en «Entre tinieblas», de Almodóvar, y su Goya por «Más allá del jardín», y aquellas «Nueve cartas a Berta» y sus intervenciones en lo mejor de Pilar Miró y tantas otras películas españolas a las que otorgaba su singular toque de distinción y la marca de la casa como actriz de culto. Cuyos méritos van más allá de las tablas y la pantalla y se prolongan en sus hijas, las divertidísimas e inconfundibles (a pesar de las apariencias) Paloma, Teresa y Fernanda Hurtado, a las que tanto también admiramos y hoy acompañamos en el sentimiento. ¡Viva Mary Carrillo!