Desempleo juvenil

Mi plan «e»

La Razón
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No se trata del plan de cuarenta y nueve millones de bombillas gratis que alumbran en el limbo de las promesas electorales para incumplir; ni del plan de un millón de nuevos puestos de trabajo para 2008 que se tragó el dragón de una crisis inexistente; tampoco se trata del plan de la nevada imprevista de la que nadie se hace responsable como tampoco del cambio climático imaginario. Se trata de mi plan «E» para sobrevivir a la «gripe» sin la ayuda del incesante juego de palabras de este desGobierno y, sobre todo, para no sucumbir en la cuesta de enero como, lamentablemente, lo harán los tres millones pluscuamperfectos de parados. Con el diccionario en la mano, sé que gripe no es una palabra rusa «rip»; no son los rusos culpables de mi ronquera aunque Gazprom haya cortado el gas a media Europa. Lo son, en cambio, los gabachos, quienes como Prometeo robaron el fuego de la gripe (das grüppi) a los suizo-alemanes para hacernos temblar desde 1897 a los españoles no sólo de frío, también por la «grippe». En mi plan (E)nero, no contaba con que estas nevadas sobrevenidas me ocultaran la realidad con el manto de cándida ingenuidad: desde los griegos y romanos que se asentaron en estas tierras, la gripe siempre se ha denominado con la voz helena «catarro»: acción de fluir de arriba hacia abajo. La gripe se agarra o se coge; por eso, Gonzalo de Correas acuñó en su «Vocabulario de Refranes» (1627) el dicho: «Al catarro, dale con el jarro». Por el contrario, el constipado, el enfriamiento o el resfriado se tiene. Y, por ello, a pesar del Gobierno y de mí, ha surgido el nuevo refrán: «Año de nieves, catarro que tienes».