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Molière comedia a vida o muerte

Díaz-Florián estrena en La Espada de Madera «El enfermo imaginario»

Molière, comedia a vida o muerte
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Miguel Ayanz - Madrid

París. 17 de febrero de 1673. Cae el telón a toda prisa sobre el escenario. Argán, el personaje protagonista, parece indispuesto. Molière, actor y dramaturgo, murió horas después. Había sufrido un ataque sobre el escenario vestido de amarillo (según la versión más aceptada; sea o no así, de ahí viene la aversión de los actores a ese color). La función era «El enfermo imaginario», la última que escribió e interpretó el autor del «El Tartufo», «El mentiroso» y «El misántropo». A la postre, una de sus piezas más representadas.

Sangre en escena

En 1995 la montó Antonio Díaz-Florián en su sala madrileña, La Espada de Madera. El mismo montaje visitó París, en español, e incluso Italia. Casi tres lustros después, el director hispano-peruano afincado en la capital francesa (donde dirige el Théâtre de l'Epée de Bois, además de la citada sala de Lavapiés) ha decidido recuperar para la cartelera madrileña aquel mismo montaje con nuevo reparto.

Explica Díaz-Florían que «todo lo que queda es la obra de Molière:la hora y media del montaje es su texto». Fidelidad, pues, para empezar. Aunque explica el porqué de este matiz. Y es que habrá un guiño en escena que hace especial a esta propuesta: «El enfermo imaginario se muere de verdad. Comienza a vomitar sangre, durante todo el espectáculo sufre y, finalmente, acaba por morir en vez de salvarse». Eso sí, aclara, «es sólo una idea de puesta en escena, no hay ninguna transformación del texto. Lo que he intentado es captar lo que era importante en la historia verídica: Molière interpretaba a Argán y murió». Habrá pues un intercambio de personalidades, teatro dentro del teatro con el actor que hace de Argán haciendo a su vez del autor francés...

En este reconocido «homenaje» al dramaturgo, cuenta el director que «sólo he cambiado algunas piezas del puzle». Y asiente con emoción cuando se le pregunta si el resultado podría ser lo más parecido a ver un montaje de la época de Molière, dado el carácter de su pequeña sala y de su compañía: «Está inspirado por el respeto total, hasta en los olores». Y explica que es además «un homenaje hermosísimo a nuestra profesión: el espectáculo debe continuar».