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Muere Frank McCourt autor de Las cenizas de Ángela a los 78 años

Muere Frank McCourt, autor de "Las cenizas de Ángela", a los 78 años
Muere Frank McCourt, autor de "Las cenizas de Ángela", a los 78 añoslarazon

Barcelona- Frank McCourt, el autor de «Las cenizas de Ángela», que estaba gravemente enfermo de meningitis, murió en Nueva York a los 78 años. Su hermano Malachy confirmó que McCourt falleció en la clínica para enfermos terminales donde se encontraba aquejado de una meningitis que contrajo hace dos semanas. El autor de origen irlandés, de 78 años, estaba siendo tratado además de un melanoma, el cáncer de piel más severo.

En 1996, todo cambió para Frank McCourt: profesor irlandés de una prestigiosa escuela secundaria de Nueva York y célebre tertuliano de la ciudad, publicó sus memorias tras haberse jubilado, «Las cenizas de Ángela». La biografía, que pronto acaparó los premios más prestigiosos de los Estados Unidos, desde el Libro del Año hasta el Pulitzer, alcanzó una popularidad extraordinaria, que se vería incrementada por la adaptación cinematográfica que dirigiera Alan Parker. Luego, la obra tendría su segunda parte en «Lo es» (1999).

La alegría y la melancolía, esa conjunción que es tan propia de la mejor tradición irlandesa, era la base de ambas obras, tanto de la narración de la infancia y adolescencia miserables del autor en Limerick como del relato que contaba le forma en que McCourt, a los diecinueve años abandonaría la isla para volver a su tierra natal –había nacido en Nueva York en 1930 y pronto su familia se iría a Irlanda–.

En este libro el lector que se emocionó con el anterior relato, lleno de dramatismo y humor, y narrado desde la inocente y verdadera voz de un niño, volvía a apasionarse con una historia llena de ternura y pobreza. Ahora bien, en aquella segunda entrega McCourt ofrecía algo nuevo: la comicidad absoluta, pues se basaba en asuntos que ya nada tenían que ver, por fortuna, con la miseria extrema y el dolor inaudito de su familia en Eire, sino más bien con la conducta de un joven ignorante, tímido, con mal aspecto y que intentaba encontrar su sitio en el mundo casi más por inercia que mediante iniciativas serias y conscientes.

 El caso es que McCourt, al llegar a Nueva York, se ocupó en diversos trabajos (botones, en el puerto como cargador de cajas...), sin conseguir progresar lo deseado en la tierra de las oportunidades, debatiéndose siempre entre hacer una cosa u otra hasta que halló su vocación tras licenciarse por la Universidad de Nueva York y tras hacer un máster en 1958 en el Brooklyn College, en 1958. Lograba así un puesto como maestro en la McKee High School y en la Stuyvesant High School, experiencias que llevó a «El profesor» (2005).

En los cincuenta marcharía a Alemania como soldado para aprender a adiestrar perros y escribir a máquina mientras Corea amenazaba con entrar en guerra. Era un individuo que, además de emplearse en el ámbito de la enseñanza media, se había casado de forma esperpéntica con una buena chica típicamente americana, se consolaba leyendo y, de forma autodestructiva, se dedicaba a beber en los bares y malgastar la paciencia de su mujer, con la que tendría un hijo antes de separarse. Así, el niño que había quedado tan marcado por el abandono de su padre –se marchó a Inglaterra para buscar trabajo y se olvidó de su familia–, repetía los errores paternos. Aunque la literatura acabaría por remidirlo.