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Ni chicha ni «limoná»

La Razón
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Grandes voces/Ciclo de LiedObras de Strauss y Wagner. Soprano: N. Stemme. Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección musical: J. López Cobos. T. Real. 28-IV-2009. Obras de Schumann, Mahler y Wolf. Soprano: D. Röschmann. Piano: M. Martineau. T.de la Zarzuela. 27-IV-2009.

Muy esperado el concierto de presentación de Nina Stemme en el Real, preludio de las «Salomé» que abordará en Madrid y Barcelona. En cambio, Dorothea Röschman ya era conocida en la capital. Ambas triunfaron. Stemme saltó a la fama gracias a Isolda, con el que fue aclamada en Bayreuth y que grabó en CD con Plácido Domingo. Eligió para su debut dos obras difíciles de conjugar para cualquier soprano: los «Cuatro últimos lieder» de Strauss y la «Inmolación de Brunhilda» wagneriana. La voz de dramática de Stemme es demasiado pesada para la primera y un punto ligera para la segunda. Si bien en ambas cumplió con nivel, ya que el instrumento se encuentra en su punto, con redondez y homogeneidad, también es cierto que no logró la recreación, la evanescencia que otras como Te Kanawa, Fleming, Norman o, muy especialmente, Caballé han sido capaces de imprimir a las canciones de Strauss. Exageración dramáticaTampoco pudo dotar a la escena final de «El ocaso de los dioses» de la rotundidad de una Deborah Polaski, aunque no se destempló en ningún momento como en cambio le sucedía a aquella y resultó audible en casi todas las frases. Cuando se anunció la primera propina, los «Sueños» de los «Wesendonk lieder», era predecible que sería lo mejor de la noche y lo fue, pues aquí si que se encontraron obra y voz y además López Cobos la acompañó estupendamente. El maestro, siempre correcto, no acabó de responder al protagonismo que se dio al programar dos pasajes sinfónicos de tanta duración como los vocales. Por su parte Dorothea Röschmann brilló en los lieder de Strauss, Wolf y Schumann, con una versión un tanto sombría del infrecuente ciclo que este último dedicó a María Estuarda, gracias a una voz que ha ensanchado y una musicalidad intachable, si bien siempre un punto impersonal.