Distribución
«No ofenden» por Miguel Ángel Almodóvar
Parafraseando la comedia de Calderón, hace tiempo que las marcas blancas han dejado de ser producto de consumo con matiz menesteros. La crisis ha incrementado la cuota de mercado de esta fórmula, pero también es verdad que la raíz del cambio ahonda quizá más en un nuevo concepto de consumo más desarrollado y menos nuevorriquista que el que imperaba hasta hace poco. En cualquier hotel o cafetería de lujo norteamericana es habitual ver cómo los lectores del dominical del New York Times van recortando los cupones de descuento y los reclamos de ofertas. Se trata de una cultura que pone en el sitio que le corresponde la relación calidad-precio y que, afortunadamente, nos empieza a permeabilizar. ¿Por qué dejar de ahorrarse hasta un 40 por ciento en un producto que es idéntico al que nos anuncia la tele con todo lujo de efectos?
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