Distribución
Pagamos la calidad por César Lumbreras
¿Estamos dispuestos los consumidores, en esta época de crisis, a pagar la calidad de los productos agroalimentarios o, por el contrario, damos prioridad casi absoluta al precio? A tenor de lo que ha sucedido durante el último año y de los datos que tiene la industria, la respuesta está bastante clara: a la hora de comprar los alimentos para nuestras familias, el factor que predomina en el momento de tomar la decisión es casi en exclusiva el precio. Eso sí, tal y como se ha podido comprobar en varias ocasiones, si en el momento de realizar la compra hay un encuestador en el súper, el híper o la tienda, y nos pregunta por el orden de factores, la mayoría respondemos que lo más importante es la calidad. Sin embargo, en cuanto se da la vuelta, hacemos lo contrario de lo que acabamos de decir. En el sector lo saben y circulan anécdotas muy divertidas al respecto; lo llaman el efecto mostración. Ésa es la explicación de que en las encuestas figuren unos datos y los resultados empresariales sean diferentes, con la proliferación de las marcas blancas y de bajo precio por doquier. Y eso plantea un problema para las empresas que tienen marcas acreditadas y más caras, que lo están pasando mal. Pero también para los agricultores y ganaderos, a los que se ha insistido por activa y por pasiva durante los últimos años en la necesidad de potenciar la calidad de sus productos; desde los poderes públicos también se han aumentado las exigencias para garantizar esa calidad, con el consiguiente incremento de los costes. Sin embargo, a la hora de la verdad, resulta que la mayor parte de los consumidores no estamos por la labor de pagar la calidad, ni ahora, con la crisis, pero tampoco antes, cuando la situación económica era mejor.
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