Sevilla

Pajaritos blues

La Razón
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La tecnología, en manos torpes, juega malas pasadas. Los agobiados ocupantes de un coche tuneado hasta las trancas se mareaban en las intrincadas calles que rodean al oratorio de los filipenses. El chirriar de las ruedas por la cera y la sensación que tenían, cierta, de vagar en círculos como un secundario de Lawrence de Arabia por el desierto habían agravado el estado de excitación que produce el no encontrar lo que se necesita. Los tíos tenían una pinta de farloperos que tiraba de espaldas y querían ir a pillar a Los Pajaritos (barrio) pero el GPS los guió hasta Pajaritos (calle). Permitirán que les ahorre la reproducción de los juramentos y blasfemias que profirieron cuando el transeúnte al que preguntaron (yo) les aclaró el equívoco. Tan céntrica vía, sin embargo, presentaba un extraño aspecto de suburbio marginal aquella noche. La puerta de la oficina del Ayuntamiento que en ella se encuentra estaba literalmente tapiada por la basura que los vecinos habían depositado allí. Sin duda, una original manera de protestar por el trágala municipal a unos ciudadanos que no tienen por qué almacenar y mantener los contenedores individuales que el Consistorio ha repartido para sustituir a los que había. Medida que multiplica el tiempo de ruidoso proceso vaciado con su consiguiente parálisis del tráfico. Los vecinos del barrio de Santa Cruz han sido empujados a la desobediencia civil.