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Plantas de gas: Alternativa española a los gasoductos

La disputa entre Rusia y Ucrania ha puesto en la cuerda floja el abastecimiento de gas en Europa. España, en cambio, sale airosa. Esta fuente fósil llega a nuestro país desde once mercados diferentes.

Plantas de gas: Alternativa española a los gasoductos
Plantas de gas: Alternativa española a los gasoductoslarazon

La nueva disputa entre Rusia y Ucrania por el gas ha reabierto un debate sobre la dependencia de Europa del gas ruso. Si hace dos años se desató una situación similar por el precio, en esta ocasión la polémica se ha desencadenado por el presunto robo de gas ruso por parte de Ucrania. Algo que este último país niega. Gazprom, el gigante energético ruso, ha reducido -siguiendo órdenes del primer ministro ruso, Vladimir Putin- los suministros de gas a Europa, vía Ucrania, a prácticamente dos tercios de lo habitual, lo que en palabras de Valentin Zemlyanski, portavoz de la compañía estatal de gas Naftogaz, significa que Europa se enfrenta hoy a un problema de suministro de gas, tal y como han recogido esta semana desde diversas agencias de comunicación. El motivo es que Europa depende en prácticamente un 40 por ciento del gas ruso, cuya principal vía de tránsito (concretamente, el 80 por ciento) es precisamente Ucrania. España, en cambio, no tiene realmente por qué temer este tipo de reacciones (si solamente se fija uno en el hecho en sí), pues «es uno de los países que tiene más diversificado el suministro de gas de Europa continental», asegura a A Tu Salud Verde Marta Margarit Borrás, secretaria y miembro de la Comisión Permanente de la Asociación Española del Gas (Sedigas). De hecho, por decreto, la cuota máxima que puede importar España de un único paìs es un 50 por ciento de la producción, una forma de intentar asegurar más el suministro. Procedencia De este modo, la mayoría del gas que consumimos en la actualidad, «el 37 por ciento, viene vía Argelia y en un futuro no tan lejano este porcentaje seguramente se incremente, pues llegará también otro gasoducto más procedente de este país africano. Se ha retrasado un poco, pero se espera que esté en funcionamiento a finales de este año», recuerda Borrás. Seis de los once suministradores son: Nigeria, de donde nos llega un 24 por ciento del gas que consumimos; Países Bajos, 13 por ciento; Egipto, un 11,5 por ciento; Trinidad y Tobago, un 6 por ciento y otro 6 por ciento de Noruega. Es decir, que el gas natural que importamos procede de 11 países, dos mercados más, por ejemplo, que en 2006. De Rusia, por cierto, cero, según los datos facilitados por Marta Margarit Borrás. Pero como cualquier situación internacional puede, si no estallar, sí complicarse, «el 69 por ciento del gas que nos llega a España -prosigue Borrás- es por barco. Y una vez que concluya el gasoducto de Argelia se espera llegar a un equilibrio entre las importaciones en barco y tubo del 50 por ciento». Sobre si es o no mejor que nos llegue de un modo o de otro, desde Sedigás explican que lo mejor es un mix, pues si todo viene a través de gasoductos te quedas atado a esos países y si viene en barco se asegura flexibilidad de suministro y liberación, pero no un suministro seguido. La otra lectura -la económica- es que el gas ocupa más en estado líquido que en gaseoso... tres plantas en proyecto Asimismo, España cuenta con seis plantas de regasificación repartidas por el litoral, lo que le convierte en la actualidad en «el líder europeo al respecto, pues en toda la Unión Europea sólamente hay 14 plantas», explica Margarit Borrás. Además, a estas «centrales» hay que sumar las otras tres que hay en proyecto, tal y como establece el Plan de Infraestructuras. Se trata de «la futura planta de Tenerife, la de Canarias y la de Musel (Oviedo), esta última ya en construcción», añade Margarit Borras. Su funcionamiento en teoría parece sencillo. Hasta estas plantas llega el gas que viene en barco -y que ha sido enfriado a temperaturas bajas (a -60 grados centígrados)- y cuando llega a su destino se descarga en una de estas plantas donde se calienta y el líquido se convierte en gas y pasa a ser entonces distribuido por la red de tubos. Además, para asegurar más la seguridad de suministro la ley obliga a tener en «stock» gas suficiente como para abastecer al menos 20 días el consumo de esta fuente fósil. Para ello, además de contar con el gas en tubo, los tanques de las plantas regasificados y con el que nos llega en barco, España tiene dos almacenes subterráneos (pequeños, eso sí, según Borrás). En estos yacimientos de gas natural agotados –el de Serrablo (en Huesca) y el de Gaviota (en Bilbao)– se inyecta el gas que será después extraído para su consumo.

«A estos almacenes se sumarán muy pronto otros con el objetivo final de lograr incrementar el volumen de gas almacenado de forma subterránea en un 238 por ciento», tal y como recuerda Margarit Borrás. El objetivo de esta inciativa es conseguir incrementar la cantidad de gas almacenado y garantizar así más la capacidad de suministro y de algún modo tratar de contrarrestar las fuertes subidas que pudieran sucederse.

 

Demanda

En la actualidad, España demanda 35 miles de millones de metros cúbicos (bcm) o dicho de otro modo 410 teravatios hora de gas (en el año 2006, 391), y según estima el Ministerio de Industria es probable que la demanda aumente en un 2,2 por ciento para 2009. Este nivel de ventas convierte a España «en el sexto país de Europa por demanda de gas natural, sólo por detrás de Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Países Bajos», según los datos facilitados por Sedigas. A este respecto cabe recordar que si en el año 2007 las ventas de gas natural en España crecieron un 4,3 por ciento respecto a 2006, en Europa, en cambio, descendieron un 1,5 por ciento de media. Y en cuanto a importaciones, desde Sedigas aseguran que «España es el tercer país que más importa del mundo, sólo por detrás de Japón y Corea y a la par con Estados Unidos». Por sectores, la industria es el que más demanda (un 49,9 por ciento), seguido por las centrales eléctricas (35 por ciento), el mercado doméstico-comercial (un 14 por ciento) y por último, con un 1,5 por ciento, se distribuye el gas por sectores cuyos usos no son energéticos. En concreto, las ventas de gas natural para generación eléctrica alcanzaron en 2007 los 141 TWh, una cifra similar a la demanda toda de esta fuente fósil en España en el año 1997. Y todo ello, a pesar de que las reservas de agua destinadas a la generación hidroélectrica eran elevadas y la generación de electricidad a través de la energía eólica aumentó en un 16 por ciento. De hecho, entre el año 2000 y 2007 las centrales eléctricas han multiplicado por 13 el consumo de gas natural. Ahora bien, cabe recordar que si resulta esencial asegurar el suministro, las fuentes renovables son en España inagotables. Por lo que en un buen mix energético deberían primar estas fuentes limpias. De hecho España es, con 595 megavatios de potencia instalada, el segundo mercado solar del mundo. Y las primas en eólica en 2007 ahorraron 200 millones de euros al no tener que importar petróleo. Los datos, hablan por sí solos.