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«Por mi dedo pueden pagar más de 5000 euros»

Al-Shaymaa (48 años), musulmana, está orgullosa de su color, pero los albinos tanzanos sufren discriminación desde la escuela, padecen graves dolencias de piel por el sol y no encuentran trabajo. Viven en guetos. Está en Madrid para recabar ayudas. Hoy se celebrará una gala benéfica a las 21:00 en el Palacete Fortuny. Teme por su vida: un guardaespaldas armado responde de su seguridad con su vida. «Muchos me odian porque he frenado un gran negocio», dice. Y no va a parar: «Si me matan, quedará mi palabra». 

«Por mi dedo pueden pagar más de 5.000 euros»
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-Por lo que cuentan, es una maldición nacer albino en Tanzania...

 

-Sí, y antes era peor: nos mataban nada más nacer. Se decía que el albino era un endemoniado que traía mala suerte. Ahora nos mutilan y matan porque nuestros órganos, nuestros huesos, dan buenas suerte.

 

-O sea, que su mala suerte es dar buena suerte...

 

-Sí, ésa es nuestra mala suerte: nos quitan la vida y las extremidades para proporcionar fortuna a muchos. Es un mercado floreciente.

 

-Un dedo suyo puede ser un gran talismán o amuleto...

 

-Así es. Por mi dedo pueden pagar más de 5.000 euros. Son especialmente apreciados los huesos de las mujeres o de las niñas pequeñas.

 

-Usted tiene dos niñas albinas adoptadas...

 

-Sí, y a una le faltan dos dedos y una pierna.

 

-Que fueron a parar a la olla de alguno de los muchos hechiceros que preparan pócimas...

 

-Son los que promueven ese mercado; ahora se está procediendo a una limpia de brujos, se les está juzgando. En Tanzania existe la pena de muerte, pero nunca se aplica. Se les condenará quizá a cadena perpetua.

 

-Creen por allí que el hueso del albino garantiza la virilidad...

 

-Sí. Y también que acostarse con una albina cura enfermedades. No hay amor para la mujer albina. Sólo nos quieren como medicina.

 

-Bien lo sabe usted...

 

-Me separé de mi marido porque sólo me quería para su beneficio. Es difícil encontrar a un hombre que quiera desinteresadamente a una albina.

 

-El niño albino es una maldición para su propia familia. Debe ser terrible ser rechazado por los tuyos...

 

-Lo es. Muchas familias venden al bebé albino. Por un niño se puede llegar a pagar unos 350 millones de shillings tanzanos. Y hay toda una red para distribuir los «productos» que puedan salir del niño.

 

-Usted tuvo suerte...

 

-Sí, nací en una familia educada y que me quiso.

 

-Y ante este panorama, ¿no tienen ganas de huir los albinos?

 

-Sé de muchos que quieren emigrar. Pero es muy difícil.

 

-El pasado año fueron asesinados y mutilados 46 albinos. ¿Qué hace el Gobierno tanzano?

 

-Se han promovido las denuncias anónimas para delatar y detener a los culpables y esto ha parado un poco la matanza.

 

-¿Cómo se puede acabar con la superstición, la gran responsable?

 

-Con educación, educación y educación.

 

-La han nombrado diputada para defender a los suyos... ¿Consigue algo?

 

-He conseguido ya muchas cosas. Mi principal objetivo es que todos los niños albinos tengan educación, atención sanitaria y luego trabajo.

 

-¿Los brujos o hechiceros son los grandes culpables o...?

 

-Ellos hacen un buen negocio, pero detrás están los ricos, que son los que demandan huesos o pócimas porque creen que así solucionan sus problemas financieros o se hacen más ricos. En el fondo, la gran culpable es la codicia.

 

-Ni que estuviera hablando de nuestra crisis...