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Qué bueno es el presidente

La Razón
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El presidente es muy buena gente y piensa sólo en nosotros, españolitos de a pie. Por eso, por nuestra salud, nos sube el precio del tabaco. Y para que no nos matemos en la carretera nos sube las gasolinas. Y para que gastemos menos nos va a subir muchos impuestos porque hace falta hacer caja para poder llegar a fin de mes como administrador mayor del reino. Pero no a todos, sólo a los ricos. A los que tienen una nómina, que son realmente los poderosos, los que van sobrados. Esa clase media acostumbrada cada verano a irse a la playa o a la montaña. Si se pueden permitir ese dispendio, también podrán pagar más para la caja común. Y a cambio de este acto de solidaridad conseguirá los grandes objetivos sociales. Con los nuevos impuestos tiene previsto pagar los subsidios de desempleo, incrementar el sueldo de los funcionarios, dejar a todos contentos en la financiación autonómica, rescatar a las cajas de ahorros y dar dinero a los países que visita, entre otras muchas cosas porque aquí sin haber dinero hay dinero para todo. En la casa de esos ricos asalariados, que pagan la hipoteca de su casa o del coche o van a El Corte Inglés para reservar sus vacaciones y poder pagar a plazos, cuando no hay dinero se gasta menos. Pero para eso es presidente del Gobierno, para tener su criterio después de dos tardes de economía. Y en ese gastar menos se piensa poco porque el derroche del dinero público llega a ser escandaloso. Y donde no llega el presidente, como es un hombre de fe, sabe que estará la Iglesia, católica por supuesto, para a través de Cáritas ayudar a más de 600.000 personas. Pelearse con los creyentes es atrezo. Zapatero también quiere ir al cielo.