Suecia
«Quería cambiar el mundo»
Todavía recuerda cuando lo llamaba a deshora, era muy tarde y él tampoco estaba ya en la redacción de ningún diario. No le importaba. Todos descansaban, menos él, y Kurdo Baksi lo sabía. «Me llamaba de repente al móvil porque estaba preocupado por un artículo que quería publicar. Sufría estrés. Para él era muy importante publicar una noticia. Lo que pasa es que no llegó a ser muy famoso. Para mí es mejor novelista que periodista. Cuando leí estas obras me sorprendieron. No lo esperaba». Era su amigo íntimo y, junto a la viuda del novelista (no estaban casados, sólo eran pareja de hecho, por lo que no ha percibido ni un céntimo por los beneficios de los libros), viaja desde hace unos años por todos los países defendiendo la obra de su compañero, mientras sus familiares cobran los derechos de autor. «Creo que es mi responsabilidad hacia él», comenta. En su memoria se agolpan los recuerdos. «No le importaba el dinero, para nada. Apenas sabía lo que costaban las cosas. Él estaba empeñado en transformar las cosas para mejor. Era una especie de caballero andante. Pretendía cambiar el mundo, y esa es una lucha muy solitaria. De mí decía que sí sabía manejarme con los asuntos económicos».Baksi elude hablar de la novela incompleta. «Tengo problemas con su familia y prefiero dejar esas cosas para más adelante...». Lo dice todo sin apenas completar una frase. Pero añade un pequeño apunte: «Es el esbozo de una novela. Es como esos cuadros incompletos de Goya. No creo que nadie se vaya a atraver a acabar una cosa así. A los seguidores no les gustaría ¿Y a usted, tampoco». Después subraya: «En el mundo existen dos clases de personas. Los que son amigos condicionales y los que son amigos incondicionales. Stieg Larsson era de estos últimos. Siempre estaba ahí». Ocurriera lo que ocurrieraEn agradecimiento a su amistad, el autor le reservó a Baksi un papel en la tercera entrega. «Cuando me lo contó, creí que se refería a una o dos líneas en el texto, pero después descubrí que me había reservado un papel en la tercera parte. Él usó a muchas personas reales conocidas en Suecia. Ha sido uno de los primeros autores en hacer algo así en nuestro país». Pero, incluso, Baksi siente remordimientos. El trabajo le impidió prestar una mayor atención a los libros. «Él me hablaba de ellos mucho, pero apenas podía pararme a leerlos».
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