Cataluña
Rajoy
Mariano Rajoy se caracteriza por no tomar decisiones a la ligera. Es más, muchas veces pone de los nervios a su entorno más inmediato ejerciendo de gallego. No saben si sube o si baja. Su gestión en asuntos espinosos no es un ejemplo a seguir, pero tampoco parece que le reporte un desgaste especial. De momento, no sale mal parado. No es un velocista, más bien, un corredor de fondo. Los últimos resultados electorales han reforzado su liderazgo –ha noqueado una oposición interna que sigue en sus trece– y le han situado en un espacio central de la política española. Ha recuperado protagonismo con una estrategia que ha empujado hacia la soledad al gobierno socialista. Está en un buen momento. Sin embargo, el camino no es de rosas. Tiene que dejar algunos lastres. El Yak 42. Los casos de corrupción que amenazan con llegar a las entrañas de Génova o el kafkiano asunto de los espías. Debe tomar decisiones, pero no lo hará. No es velocista. Tampoco Rodríguez Zapatero se lo pone fácil. La foto con Barack Obama, el cambio de gobierno y el aluvión de proyectos legislativos no han sido buenas noticias. Hubiera preferido seguir gangrenando a un ejecutivo débil y en retirada. Éste es otra cosa. Con las encuestas en la mano, sabe que no hay posibilidades de mayorías absolutas. Es la hora del corredor de fondo. Mariano Rajoy ha empezado por explotar el ánimo de revancha de los nacionalistas vascos y catalanes que han roto puentes con Rodríguez Zapatero, al que consideran el máximo responsable de las pérdidas de los gobiernos de Cataluña y Euskadi. Aprovechando que están receptivos a sus guiños, ha desplegado sus mejores galas en forma de genéricas medidas anticrisis. Quiere tejer las complicidades necesarias para aumentar la presión y acentuar el cerco parlamentario al Gobierno y, si se cumplen los vaticinios, contar con sólidos aliados para acceder a La Moncloa. Como es de su gusto, cocina a fuego lento su pacto con los otrora enemigos de la unidad de España. Quizás deba pensar en cómo explicará la retirada del recurso contra el Estatut. Una pieza que se querrá cobrar CiU. En esto, no podrá ser moroso.
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