Presidencia del Gobierno
Rajoy se lanza a por Cataluña
El PP jugará sus cartas en el feudo catalán y con CiU. La vicesecretaria, Ana Mato, será la responsable del plan.
Los árboles no le impiden ver el bosque a Mariano Rajoy y a los responsables electorales del PP. En un momento dulce –«estoy en una situación infinitamente mejor que hace un año», decía ayer en Onda Cero–, el jefe de la oposición tiene los pies en la tierra. Sabe que las extrapolaciones de los datos de estas elecciones europeas a unas generales es muy efectista para ensalzar el buen resultado del domingo, pero que hay que tomarlas con precaución como estimaciones reales sobre lo que podría suceder de haber hoy elecciones a La Moncloa.
En cualquier caso, en Génova se diseccionarán los resultados de las europeas incluso municipio por municipio, para dibujar un mapa sobre los puntos negros territoriales. Es decir, sobre aquellas «plazas» en las que el PP no rentabiliza como debería su marca cuando no son unos comicios generales, o a la inversa.
Ya hay una primera conclusión: que Cataluña es la principal preocupación y que debe ser el siguiente objetivo prioritario. Sin mejorar resultados en este feudo electoral tradicionalmente hostil el sillón de La Moncloa queda siempre muy lejos, y «los resultados siguen siendo hoy bastante pobres», como reconocen en la dirección popular.
El análisis «genovita» es que la capacidad de crecimiento existe, aunque no sea ilimitada ni tampoco se aspire a duplicar el actual porcentaje de voto. Y para aprovecharla la vicesecretaria de Organización, Ana Mato, pondrá en marcha a partir de septiembre un plan de implantación con reminiscencias del modelo andaluz. En esta comunidad autónoma el PP ha ido remontando posiciones, paso a paso, pero cada vez con el aliento más cerca del cuello del PSOE. A la hora de entender este éxito, hay que valorar el plan de movilización que Javier Arenas viene aplicando desde la pasada Legislatura y en el que destaca la sobrepresencia de Mariano Rajoy. Ha sido rara la semana sin visita del líder nacional a alguna de las provincias andaluzas con el pretexto más peregrino, para envidia, por cierto, de otras organizaciones regionales que se sentían ignoradas.
Algo parecido se va a hacer ahora en Cataluña. La decisión es que sea el líder del PP el que se «moje» en persona a la hora de tirar hacia arriba del partido, con visitas también prácticamente semanales. Irá al feudo catalán para corregir –dicen– algunas de las distorsiones en su imagen que los socialistas consiguieron que calaran en la opinión pública en la anterior Legislatura. Es decir, que irá para pisar la calle, para reunirse con sectores y «vendiendo» una imagen moderada, de centro, de persona dialogante y dispuesta al entendimiento con CiU. La intención es que incluso haga campaña casi diaria cuando lleguen las autonómicas.
La baza del PP para las elecciones que se celebrarán en noviembre del año que viene es intentar sumar los votos suficientes como para que CiU pueda gobernar con su apoyo, frente a la opción de un PSC cada vez más independiente de Ferraz y que –así lo prevén en Génova– intentará de nuevo reeditar el tripartito.
Las dificultades en el camino son evidentes, ya que el PP tiene en buena medida que competir por el voto con CiU, un partido en trayectoria ascendente y que cada vez se perfila más como alternativa al socialismo. Extrapolando los resultados de estas europeas a Cataluña, el PSC perdería seis escaños y CiU subiría tres –datos que hay que valorar con mucha prudencia por la altísima abstención que ha habido en esa comunidad autónoma en las elecciones del domingo.
El PP acatará la sentencia del TC sobre el estatut
El Estatuto de Cataluña es una china en el zapato del entendimiento entre PP y CiU. Al menos para los nacionalistas catalanes, ya que los populares, al contrario, confían en que la sentencia sirva para clarificar de una vez el terreno de juego y para que haya un escenario nuevo en el que, desde el respeto a la sentencia del Tribunal Constitucional, puedan dejarse a un lado las diferencias sobre el modelo territorial y se coloque el acento en las coincidencias en modelo social y en política territorial. El Alto Tribunal lleva ya tres años debatiendo sobre la posible inconstitucionalidad de la reforma estatutaria aprobada sin los votos del principal partido de la oposición. Un «escándalo», dicen en el PP, si se compara con el tiempo que se toma para resolver otros asuntos de Estado. Por ejemplo, la decisión sobre si Iniciativa Internacionalista tenía lazos o no con Batasuna. «Cuando quiere, puede, lo que confirma que aquí hay maniobras políticas de fondo en el caso catalán», sostienen. La última previsión es que haya sentencia antes del verano. Y la salida del PP será acatar lo que diga el Constitucional, sin echarse al monte por muy interpretativo y genérico que pueda resultar el fallo final.
✕
Accede a tu cuenta para comentar