Crisis económica
Reformar la socialdemocracia
Se agota el modelo socialdemócrata tradicional basado en el gasto público creciente y sin límites. La crisis fiscal que empezó a manifestarse en Europa hace tres décadas, el final de la Guerra Fría y las necesidades de competitividad que acarrean la globalización han facilitado la debacle paneuropea de la socialdemocracia tradicional en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2.009. El futuro del socialismo democrático en Europa está en manos de los más pragmáticos y menos ortodoxos, de los herederos de Willi Brandt, de aquellos que, aceptando la economía libre de mercado, la convierten en social de mercado y ponen la economía capitalista al servicio de la sociedad, de aquellos que implementan políticas para alcanzar el pleno empleo. ¿Hay alguna política más social y progresista que dar trabajo a todo el mundo? ¿Hay alguna forma más avanzada de reducir la pobreza que la igualdad de oportunidades y una potente maquinaria educativa-científico-técnica que la garantice? ¿Es mejor enseñar a pescar o dar el pescado? ¿Acaso no es la alianza militar con EE UU el mejor paraguas defensivo para Europa? ¿Alguien pone en duda la realidad de una Identidad Cultural Europea propia y diferenciadora forjada durante más de 3 milenios? El lastre que suponen los perjuicios dogmáticos de la socialdemocracia europea ante tantas cuestiones cotidianas ha dejado el camino libre a la derecha al haberse adueñado ésta del voto moderado o centrista, mientras que la socialdemocracia coqueteaba con formaciones radicales. Si el socialismo democrático quiere volver a dirigir Europa deberá mirar a su derecha y reconquistar el voto centrista, que es más numeroso que el que existe a la izquierda del socialismo europeo. La fórmula es sencilla, sólo una alianza de la socialdemocracia con el centrismo privaría a los conservadores de su mayoría.
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