Tormes

Salamanca: Ciudad universitaria y universal

Plagada de veinteañeros dispuestos a seguir los pasos de ilustres estudiantes como Unamuno, Salamanca ofrece al viajero la fusión perfecta entre la historia y el espíritu joven de una villa en crecimiento

Salamanca: Ciudad universitaria y universal
Salamanca: Ciudad universitaria y universallarazon

Libreta en mano, boli en el bolsillo y mochila colgada a la espalda. Pasear por Salamanca nos obliga a cerrar los ojos y rememorar con nostalgia las risas y las charlas compartidas en nuestros años de estudiantes. Será, quizás, por la huella imborrable de aquellos ilustres universitarios que una vez pasaron por allí y dejaron su impronta en unas calles que rezuman sabiduría. Como ya hicieron Fray Luis de León, Francisco de Vitoria, Antonio de Nebrija o Miguel de Unamuno, la primera obligación de aquél que llega a Salamanca es encontrar la Plaza Mayor, corazón físico y espiritual de la ciudad del Tormes. La algarabía que inunda el recinto llama la atención. Y no podía ser de otro modo, pues se trata del punto de paso y de encuentro de los salmantinos. Aturdidos por el murmullo, adentrarse en la plaza revela al viajero una premisa que quedará grabada en su memoria: Salamanca es una ciudad única. Huele a historia, pero lo cierto es que es una capital joven, muy joven. Sabe a conocimiento, pero presume de una vida nocturna difícil de superar. Y es dorada. Más aún si contemplamos tal estampa durante el amanecer o el atardecer. Es entonces cuando el sol convierte la piedra de Villamayor –con la que se construyeron sus monumentos– en oro impoluto y deslumbrante ante los ojos atónitos que miran por primera vez, o por décima, la perfección de una ciudad que lo tiene todo.Sin dejar la Plaza Mayor, lo mejor será tomar un café o un aperitivo sentado en una de las terrazas que la invaden. Así, sin prisas, habrá tiempo para apreciar y sentir la grandiosidad de un espacio que Unamuno definió como «el corazón henchido de sol y de aire de la ciudad, el templo civil sin otra bóveda que la del cielo».Pero en Salamanca existe otra bóveda que no hay que perderse. Para ello debemos ir hasta el patio de las Escuelas Menores, donde se impartían las enseñanzas previas a los estudios universitarios. En una de sus salas se esconde un fragmento del «Cielo de Salamanca», pintura mural que cubría la bóveda de la antigua biblioteca de la Universidad y que constituye un reflejo del pensamiento renacentista de la época. Al salir al patio, imperdonable no levantar la mirada y contemplar la cúpula de la Catedral Nueva que se deja ver por encima de la balaustrada gótica.Las calles de los Libreros y de la Plata nos llevan hasta el patio de las Escuelas Mayores, también conocido como la plaza de Fray Luis de León. En ella, ante la mirada del poeta, el caminante tiene, de nuevo, un ritual obligado: buscar la famosa rana en la portada plateresca de la Universidad, tal y como hacían los estudiantes que querían aprobar. Ahora, lo que busca el viajero es suerte, a pesar de que la rana, puesta sobre una calavera, simbolizaba los peligros y el pecado en los que podían caer aquéllos que se dejaban distraer de sus estudios.Una casa muy originalEntre facultades y jóvenes estudiantes que van en bicicleta, la calle Serranos nos dirige hasta la Rúa Antigua y la calle Compañía. Aquí, en menos de 20 metros, la Universidad Pontificia y La Casa de las Conchas se disputan la mirada del visitante. Quizás por el adorno de su fachada esta última gana la batalla. Gótica, sin equilibrio, sin simetría, fuera de todo protocolo, el edificio se perfila, cuanto menos, original. Justo enfrente, la biblioteca, el aula de Fray Luis de León o la escalera en relieve que lleva hasta el claustro son las joyas con las que se topa el viajero al adentrarse en el interior de la Universidad. Si llevamos un libro con nosotros, no hay duda: sentarse en un rincón de este emblemático edificio a leer es una experiencia de las que dejan huella. Tras hacer unas compras por la Rúa Mayor –donde encontrará el «souvenir» más insólito– las catedrales –la nueva y la vieja– son la última parada de una ruta imprescindible por la capital salmantina. Pocas ciudades tienen dos catedrales en una. La privilegiada unión puede entenderse mejor con el ascenso por la Torre Mocha y la oportunidad de observar, desde su andén interior, la imponente Catedral Nueva. Una escalera de caracol nos sube hasta la terraza. Allí, la visión de la ciudad a vista de pájaro recuerda lo mucho que queda por ver. Será la excusa perfecta para apuntar en la agenda: «Volver a Salamanca».FICHA- Dónde dormir: El hotel NH Puerta de la Catedral se encuentra en pleno centro monumental salmantino. Teléfono: 923280829.- Dónde comer: La Hoja 21 (923264028) propone una cocina moderna con toques tradicionales. El restaurante Casino del Tormes (923214787) es ideal para cenar frente al río.- Cómo llegar: Viajes el Corte Inglés ofrece Salamanca Card, una tarjeta que incluye la entrada gratuita a museos y exposiciones, así como descuentos en hoteles y restaurantes de la ciudad. - Más información: En la web www.salamanca.es