Estreno
Scorsese apenas probó la nueva cocina española
legan nuevos tiempos. Al menos, eso subrayó Pedro Bonet, director de la primera firma española de cava. Las doradas burbujas navideñas pasan a mejor vida y hay que entonar un réquiem, que algo de eso había en la mirada perdida de su «inventor», Leopoldo Pomés. Atrás se quedan anuncios que hicieron época, como aquellos saltos de Gene Kelly, el impacto de Liza Minnelli, el gancho de Kim Basinger en su mejor momento –con ella tuvimos dos horas de entrevista en San Francisco–, el cabreo de Anthony Quinn ante el retraso en Venecia de Mar Flores... El actor fue tajante con un «comencemos sin ella, no se puede ser informal». También recuerdo la antipatía de Andie MacDowell en Chicago, la acritud de Meg Ryan o el descubrimiento en Berlín de Demi Moore.
Es un anuncio que no sólo ha hecho historia en la publicidad, sino que también marcó momentos como los de Paul Newman en Los Ángeles, Montserrat Caballé y su hija Monsita –ahí siguen, dándole al buen canto–, Nacho Duato y Ángel Corella. Pierce Brosnan figura entre los deplorables y Pilar López de Ayala batió el récord de entrevista corta, quizá porque no tenía mucho que ofrecer. Y en eso sigue, nada que ver con el impacto en el Liceo de una Penélope que empezaba su salto a la fama (2001). Allí, Gabino Diego recordó el Oscar de «Belle epoque», cinta con trabajos únicos de Fernán-Gómez y Mary Carmen Ramírez, ahora recuperada para la televisión.
Homenaje a Hitchcock
Es un prestigio que no decae, como estas presentaciones navideñas. Los tiempos imponen modificar, de ahí que el oscarizado Scorsese reemplace a sus estrellas y rinda un tierno homenaje a su maestro Hitchcock en este corto de siete minutos presentado en el Casino madrileño, que cobijaba el primer estreno Freixenet de la capital. En 2000 hubo otro en el castillo de Viñuelas, pero aquello pertenece a otra época.
Más que en televisión, los siete minutos de mini obra maestra serán colgados en cine e internet. Los tiempos, ay. No dejaremos de añorar el polvillo dorado de las burbujas convertidas en nuevas Campanillas y, como su Peter Pan, tampoco querríamos crecer a pesar de lo estimulante del cambio. Scorsese echa el resto recreando casi el final de «El hombre que sabía demasiado», pero sin la musical «¿Qué será, será?» que tan bien podríamos aplicar a la nueva cocina española. Después de ver el anuncio, hubo cena de Paco Roncero, Joaquín Felipe, Sacha, Alberto Chicote, Ricardo Sánchez, Darío Barrio y Mario Sandoval. Los Ferrero Rocher rellenos de foie no los cató Scorsese, que optó por un caldito y apenas probó la lubina con mayonesa de limón. Se perdió las aceitunas peladas rellenas de limón servidas en latas de Beluga –algunos se las llevaron–, la croqueta líquida y ya no digamos el cóctel de berberecho. Cosas veredes. Para dejar constancia de su trabajo, ofrecieron al genio un voluminoso libro con 1080 recetas. Así, en la distancia transatlántica, podrá experimentar lo que algunos descubrieron tan asombrados como con el experimento que entierra las burbujas Freixenet. Y bien que lo sentimos.
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