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«Soy torero gracias a mi padre»

UCEDA LEAL / TORERO Sabe bien lo que es levantarse de golpes duros. Su vergüenza torera le ha hecho cumplir cada compromiso a pesar de las circunstancias personales que le hayan rodeado. Primero fue la pérdida de su hermano y de José Muñoz, picador de su cuadrilla. Tres años después se enfrentó a la de su madre, horas antes de torear. Ahora el diestro se sobrepone del fallecimiento de su padre, su mentor y, según sus palabras, «la persona que me ha enseñado todo lo que sé». Le ha rendido el mejor homenaje que podía: vestirse de luces y salir al ruedo para regalarle un nuevo triunfo.

«Soy torero gracias a mi padre»
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El diestro madrileño José Ignacio Uceda Leal se recupera de la cornada que le propinó un astado de Puerto de San Lorenzo el pasado domingo en Las Ventas. El torero, que se vestía de luces sólo 24 horas después del fallecimiento de su padre, pudo mirar al cielo y brindar la faena de ese primer toro a la persona que más le ha apoyado para cumplir su sueño. -¿Cómo se encuentra? -Dolorido física y moralmente. La cornada está supurando por el drenaje y no he tenido fiebre, así que todo sigue su curso normal. Poco a poco se van viendo las cosas más relajadamente. Ha sido un fin de semana duro. -Después del fallecimiento de su padre el día anterior, ¿cree que la falta lógica de concentración pudo influir en el percance? -No, fue un accidente que le puede pasar a cualquier torero. Cuando los toreros están entregados, los toros cogen. Fue mala suerte. -La vida le ha golpeado y siempre se ha levantado, ¿cómo lo hace? Pensando en los seres queridos y en cual sería su voluntad. Intentando que estuvieran orgullosos si me vieran. Si pienso que todo se acaba después de la muerte y que no me pueden ver desde arriba, no sería capaz de hacerlo. -Están hechos de otra pasta también a nivel psicológico... -Sí, es posible que tengamos una fuerza interior que nos ayuda a hacer cosas que otra gente puede pensar que son inhumanas. Nos sobreponemos y lo hacemos porque es una filosofía de vida. -La de Las Ventas fue una faena sentida y cerró con un estoconazo a pesar de la herida. ¿Se olvidó de todo en ese momento? -La cornada no se olvida, pero intentas hacer de tripas corazón y superar los obstáculos que se van poniendo delante. Había que matar al toro, redondear la faena y rematar la obra. Así lo hice. -¿Qué se lleva de la tarde del domingo en Las Ventas? -Una mezcla de sentimientos. Un recuerdo agridulce, porque ha sido muy duro pero a la vez noté el cariño del público y el respeto de la afición hacia mi padre. -¿Fue él quien le inculcó la afición por este mundo? -Él es el que me ha llevado desde pequeño a las plazas. Gracias a él, soy torero. Si de niño, en vez de eso, me hubiera llevado al fútbol, igual ahora no sería lo que soy. -¿Su padre fue también quien más le apoyó en su carrera? Sí, él ha sido el que me ha enseñado todo lo que yo sé de los toros. -A los 14 años decide que quiere dedicar el resto de su vida a torear. ¿Cómo se puede tener tan claro a esa edad? -Se tiene. Nunca sabes hasta dónde vas a llegar, pero las ilusiones de un chaval que quiere ser torero son siempre las mismas. -¿Qué testamento moral o taurino le ha dejado su padre? -Ser buena persona. Él ha sido un hombre honesto y legal. Ésas son las lecciones que me ha dado. Amigo de sus amigos y aficionado a los toros. Un gran aficionado, como pocos he conocido. -¿Nació torero o se hizo torero? -Uno tiene que nacer torero, pero luego ir haciéndose. A veces tienes suerte y se consiguen las cosas que eran sueños. Yo la he tenido. -La vida se lo ha puesto difícil. ¿El mundo del toro ha respondido? -Siempre. En la familia taurina, cuando a alguno de nosotros nos pasa algo, nos unimos todos a una y eso no falla. Somos una piña. Cuando a mí me ha ocurrido algo duro he tenido a la gente conmigo. Ha sido una norma fija y lo sigue siendo. -¿Ha encontrado el toreo al que aspiraba? -Sí. Ahora soy lo que quiero ser y lo que he querido ser siempre, no puedo decir que aún no he llegado. Estoy contento con lo que soy y con lo que represento. -En este mundo, en el que todo cambia muy rápido, lleva ya 5 años con Lázaro Carmona. ¿Le ha sabido entender ? -Él ha sido matador y comprende perfectamente las necesidades de un torero en cada momento. Es un profesional en toda la extensión de la palabra. -Torear en Las Ventas es un privilegio. Cuando oye que hay compañeros que no quieren acudir, ¿qué se le pasa por la cabeza? -Ahí no me meto. Tienen derecho a elegir, cado uno utiliza las armas que tiene.Yo respeto mi profesión como me han enseñado y como creo que debe de ser el toreo. Sé cuál es mi línea y es la que me sigue manteniendo en esta profesión después de 13 años. -En Madrid se le quiere y se le respeta. ¿Hubiera toreado el domingo aunque Las Ventas no le hubiera demostrado ese cariño? -Esa plaza tiene muchos alicientes para torear. Creo que hubiese toreado en cualquier lugar, pero siendo Madrid era incluso más emotivo el homenaje a mi padre. -Está anunciado en Sevilla y en la Feria de San Isidro. ¿Subrayaría algún cartel más? -No. Son las tardes más importantes y las que tengo puestas en mi pensamiento. Son festejos buenos para hacer cosas muy bonitas. -Tomó la alternativa del maestro Curro Romero. ¿Recuerda qué le dijo ese día? -Claro. Dijo que era un honor darme la alternativa, porque era un torero de su gusto. Entonces miró a Aparicio, que era testigo, y añadió: «Vamos, de los nuestros». Que dos maestros consagrados me incluyeran en su concepto de toreo fue muy bonito para mí.