Golf
Tiger en busca de la perfección
BARCELONA- Cuando se habla de Tiger Woods no existen límites. Los ha superado todos. Bueno, casi todos. Sólo le queda uno. Un récord que le obsesiona. Los 18 «grandes» que atesora Jack Nicklaus. Eso es lo único que le separa de ser unánimemente el mejor golfista de la historia. Para la mayoría ya lo es, pero aún hay gente que sigue idolatrando al «Oso Dorado» y le niega el paraíso al «Tigre».
El número uno del golf mundial tiene ya 13 «grandes» y no sólo quiere superar a Nicklaus. Está jugando un golf de otro planeta y se plantea seriamente conseguir el «Grand Slam» –ganar los cuatro «grandes»– este año, algo que nadie ha logrado en la era moderna. Y es que Tiger lleva seis victorias consecutivas y también acecha a Byron Nelson, que en 1945 encadenó once triunfos. Antes de su última victoria en el Accenture Match Play, alguien osó preguntarle si era posible completar una temporada invicto. «Todos sabemos que no», respondió. Después de superar o, mejor, avasallar a Cink en la final, se repitió la pregunta, pero la respuesta fue diferente: «Ése es el objetivo».
Cualquier aficionado al golf sabe que eso es prácticamente imposible, pero el nivel que está mostrando Tiger hace que nada sea imposible. Cuando juega bien arrasa y cuando no está fino, mete los «putts» que tiene que meter para desquiciar a sus rivales. La estabilidad que ha encontrado al formar una familia junto a Ellin, su esposa, y Sam Alexis, su hija, le ha permitido mejorar. Ha dedicado sus vacaciones a perfeccionar su «swing» con un único objetivo: que 2008 sea una temporada irrepetible. De momento ha jugado tres tor- neos y los ha ganado todos. Sin discusión.
Dentro de un mes buscará su quinta chaqueta verde en Augusta. En junio, su tercer abierto de los Estados Unidos en Torrey Pines, un campo en el que es casi imbatible. El «British» de Royal Birkdale en julio y la PGA en Oakland Hills a principios de agosto pueden completar un póker histórico. Pero esta temporada, el «Tigre» también logrará otro hito, esta vez económico. Si mantiene su media de victorias y ganancias, el número uno del mundo no tardará demasiado en ser el primer golfista en superar los cien millones de dólares en premios en toda su carrera.
Pero 2008 tiene muchos otros alicientes para Tiger. En septiembre le espera la Ryder Cup. Tiger nunca ha brillado en esta competición, donde no hay dinero en juego, sólo prestigio. No le ha ayudado el mal papel de los americanos últimamente, ya que han perdido cinco de las últimas seis ediciones. Pero sabe que un buen palmarés de Ryder es necesario para convertirse en leyenda y su deber es asumir el liderazgo del equipo americano en Louisville en septiembre.
A pesar de todo lo que le rodea, a pesar de todo lo que ha conseguido, a pesar de todo el dinero que ha ganado, Tiger sigue con los pies en el suelo. Su objetivo es seguir mejorando su juego y acercarse un poquito más a la perfección golfística, si es que existe. Huye de la autocomplacencia. Es el mejor del mundo, quizás el mejor de todos los tiempos, pero él sólo quiere mejorar. «A veces me doy cuenta de que no tengo tiempo suficiente porque hay tantas cosas que hacer para mejorar, tanto que hacer para saber controlar las situaciones, que me faltan las horas», dijo hace poco. Tiger es el mejor dentro y fuera de los campos de golf y frases como ésta dejan claro el motivo. El «Tigre» no es perfecto, pero casi.
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