Catolicismo

Trafalgar y nuestro tiempo

La Razón
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Al parecer, la situación de las escuadras eran muy dispares. Los ingleses a barlovento, es decir, viento de popa, en mar abierto. La escuadra combinada de españoles y franceses a sotavento, viento de proa, y en puerto. Ello hacía que los ingleses pudieran maniobrar con facilidad y rapidez, mientras que la escuadra combinada maniobraría con lentitud. Quizás por esto, el almirante Gravina opinó, como sus compañeros, que no debían salir, pero Villeneuve estaba decidido a ello para reconciliarse con Napoleón.Razones de Gravina: «¿No ven ustedes que el barómetro anuncia mal tiempo?». Villeneuve dijo secamente: «Lo que baja aquí es el valor». Gravina se levantó airado y echó en cara al francés su cobarde comportamiento en el Cabo de Finisterre. Acabó nuestro almirante exclamando: «¡A la mar mañana mismo». Perdimos la batalla.No sucederá lo mismo en la lucha que tenemos ahora. Los cristianos sufrimos una presión constante que parece como un vendaval contra las conciencias y convencimientos –también mediante leyes– que eliminan a los no nacidos, intentan deshacer la familia tal como Dios la ha constituido, envilecen al pueblo y provocan un vacío acerca de qué es el ser humano auténtico.Pero tenemos un fuerte viento a favor: Dios Padre omnipotente. La Iglesia ha sufrido, en dos mil años, toda clase de ideologías contrarias a nuestra fe y persecuciones cruentas. Jesús ha cumplido su palabra de estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Ello no es fe, sino experiencia repetida.