Artistas
Tropas africanas por Antonio Pérez Henares
Los vencejos no se posan jamás. Pasan su vida en el aire. Hasta duermen suspendidos en los cielos.
Llega el grueso de las tropas africanas. Aparecen en los cielos los vencejos. No se les oye ahora tanto como va a sentírseles luego en verano cuando sus escuadrillas con sus agudos y alegres chillidos les den pasadas inverosímiles a los aleros de las casas, pero ya comienza a notarse su presencia. Harán nido y será entonces tan sólo cuando el raudo y negro pajarillo ponga sus patas en firme, aunque no en el suelo. Porque los vencejos no se posan jamás. Pasan su vida en el aire. Allí atrapan los insectos de que se alimentan, beben dando raudas pasadas sobre la superficie de las aguas, rozando el líquido tan sólo con el pico y hasta duermen suspendidos en los cielos. Los vencejos descansan así, suben con las térmicas y allá arriba, se dejan mecer, dando círculos, acunados por los vientos. Para el vencejo caer a tierra significa la muerte, a no ser que encuentre un pequeño desmonte que le permita levantar el vuelo, ya que sus alas, larguísimas en comparación con las patas, se lo impiden. Junto a los vencejos ha llegado un tropel de alas, pero también de cánticos. A un visitante, de pardo pelaje apenas si se le ve, pero los sotos empiezan a disfrutar de sus reclamos. Ha llegado el ruiseñor y vibra el aire.Y han llegado los multicolores abejarucos y con el ellos el griterío de sus bandadas junto a los terraplenes de los ríos donde excavan los agujeros de sus nidos. Otro sonido que se comienza a escuchar es el del cuco. Reclaman para atraer pareja y las urracas y otros pájaros debieran temblar ante el sonido. El cuco les pondrá el huevo en su nido, su pollo arrojará de él y matará a los verdaderos hijos recién nacidos, y los padres adoptivos, incapaces de no seguir el instinto reflejo alimentarán y criarán al invasor.
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