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«Un candidato en EEUU nunca llama mentiroso a otro»
ENTREVISTA / ALAN SCHROEDER, EXPERTO EN DEBATES POLÍTICOS PRESIDENCIALES
Si no está él al corriente, no hay debate electoral. Así de implicado con el género está Alan Schroeder en EE UU, donde ha supervisado casi todos los que han celebrado republicanos y demócratas en los últimos 20 años. Como experto en el tema, también está al corriente de los que se celebran en el resto del mundo, como los que ahora tienen lugar de cara a las europeas.
–¿Lo más difícil de un debate es poder organizarlo?
– Es casi lo más difícil porque siempre hay desacuerdo entre el patrocinador y los candidatos. En la mayoría de los países son las cadenas de TV, pero en España y en EE UU es distinto, pues aquí varía, puede serlo la Academia de TV, y allí la Comisión para Debates Presidenciales, con 20 años de experiencia. Además, los candidatos quieren protegerse a sí mismos y tener ventaja.
–¿Será porque no están muy seguros de lo que quieren vender?
–Un debate presidencial es tierra desconocida para ellos, porque normalmente todo lo que hacen está controlado y el debate es algo vivo, cualquier cosa puede pasar, por eso es peligroso para todos ellos.
–¿Hay muchas similitudes entre los españoles y los americanos?
–Muchas. La diferencia entre unos y otros es el formato, aquí el narrador tiene poder para hacer sus preguntas y allí no lo tienen. Allí es un intercambio directo, y les gusta que un moderador, periodistas y hasta los ciudadanos pregunten.
–Vistas las audiencias, ¿los debates son un gran formato de TV?
–Sí tienen mucho interés, en todos los países, aunque en EE UU el porcentaje es un poco menor, 55 y 66 millones, pese a que en la última ocasión tuvo un poco más el de vicepresidentes, por la presencia de Sarah Palin.
–Aquí son más polémicos...
–Los candidatos estadounidenses no quieren parecer demasiado agresivos o bruscos con el otro, son más corteses, no quieren desacuerdo durante el debate porque a la audiencia no le va a gustar y aquí están más cómodos con el desacuerdo. Nunca un candidato americano llamaría mentiroso a otro, como ocurre aquí. Es demasiado brusco.
–¿Se puede sacar una medida clara de los programas electorales?
–Sí, son educativos, porque dan mucha información, pero eso no es lo que luego recuerda la audiencia tras el debate. Mc Cain no miró mucho a Obama y el público pensó que era un poco maleducado.
–¿Hasta qué punto pueden cambiar el voto?
–No cambian casi nada. Confirma la percepción ya existente, con la excepción de los indecisos, pero allí ese porcentaje es poco significativo.
–¿Es mejor o peor que pregunten los periodistas?
–A mí no me gusta este formato porque no hay oportunidad de desarrollar un tema.
–¿El ir sin papeles es porque esos políticos están más preparados?
–En España llevan de todo y no me parece una buena idea porque el público no ve lo que muestran y es un poco ridículo. Allí cuando llegan a la mesa sólo hay un papel en blanco y un lápiz, es más espontáneo.
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