Un viaje por la cultura del vino en tierras de Castilla

Aun cuando el nombre de Ribera del Duero podría bien emplearse para designar cualquier comarca bañada por tan importante río, se conoce también como el que delimita una zona que discurre entre las provincias de Soria, Burgos y Valladolid, de antigua tradición vitivinícola, que hoy, acogida su producción de vino a un Consejo Regulador con Denominación de Origen, es cuna de uno de los mejores caldos del mundo.Y dentro de estas tierras, donde va acabando Burgos y empieza Valladolid, es donde posiblemente esté la más pura esencia de los viñedos castellanos. Pueblos como Roa, Pedrosa, Anguíx, Qintanamanvirgo, Valbuena, Quintanilla de Onésimo, Pesquera, Peñafiel, etc, a todos nos son familiares por ser el origen geográfico de excelentes vinos.Atravesar estos parajes es adentrarse en el más auténtico sabor ribereño de Castilla. Amplios horizontes, llanuras que no parecen tener fin, vegas y sotos, bosques a las orillas de ríos como el Duratón y el Duero, que unen sus aguas en estos lares y, sobre todo, miles de hectáreas de viñedo, que en los meses de septiembre y octubre, cuando la vendimia se aproxima, sus cepas parecen no aguantar más el peso de los racimos de sus uvas.Antes de adentrarnos en alguno de sus pueblos, dos consejos: el primero, visitar alguna bodega, de las grandes productoras; muchas de ellas abren sus puertas para acercarnos algo más al mundo del vino, y donde como espléndido colofón podremos catar su preciada creación. El segundo es también visitar alguna bodega, pero no de las grandes, sino de las artesanales que, excavadas en las laderas que rodean los pueblos, son un reducto de la tradición de sus gentes. Casi obligado es que cada familia posea su propia bodega, donde todavía en muchos casos dan vida a magníficos vinos, usando antiguas prensas y, como materia prima, la uva de sus propias cepas. Basta con entablar conversación con algún lugareño para que no sea difícil acceder y terminar con un vaso del mejor vino en la mano, escuchando historias en el «contador», pequeña caseta habilitada junto a la bodega para tal fin.Roa y PeñafielLos pueblos de la comarca también merecen una visita, y, de todos ellos, especialmente dos: Roa de Duero y Peñafiel. Roa merece mención por que se dice que en su término y en el de los pueblos más cercanos como Anguíx, La Horra... se da la mejor uva tempranillo de la comarca. No en vano en esta población tiene su sede el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Amén de un paseo por sus calles, hay que llegar hasta el llamado espolón. Asentado Roa en lo alto de un cerro, las vistas a la vega y el río Duero desde ese espolón son todo un espectáculo; cuando el día es claro se puede ver perfectamente Somosierra, como barrera final de inacabables valles.Peñafiel, ya en la provincia de Valladolid, a unos 56 kilómetros de la capital, es parte fundamental e imprescindible. Coronado con su impresionante castillo medieval, recibió su nombre cuando el Conde Sancho García, tras tomar la fortaleza a los árabes, la proclamó su «peña más fiel». El Señorío de Peñafiel, creado por Fernando III el Santo, pasó a manos de Alfonso X el Sabio, y de éste a su sobrino el Infante Don Juan Manuel, que reedificó la vieja fortaleza. Más tarde, Juan II de Castilla la derruiría, para volver a ser erigida por Pedro Girón… Sin duda, larga vida y aventura la de este castillo, que con forma de nave, tiene 210 metros de largo por 35 de ancho, acabado con piedra blanca del pueblo de Campaspero, y del que se dice es el más bello tesoro de la arquitectura medieval española. Actualmente tiene dos zonas diferenciadas: una que se visita como parte rehabilitada de la antigua morada y otra que, tras una vanguardista adecuación arquitectónica, es sede del Museo Provincial del Vino. Ambas son obligadas.Y no hay que perderse un paseo por la villa. Descubrir iglesias como las de San Miguel y Santa María o el convento de San Pablo, excelente muestra del gótico mudéjar, son ya un sobrado motivo.Habitaciones con sabor a vinoLa esencia vinícola de la Ribera del Duero también se deja sentir en la oferta hotelera de la comarca. La oferta es amplia y a la altura de las circunstancias. Ejemplo de ello es el hotel Convento Las Claras, un antiguo convento de las Hermanas Clarisas situado en Peñafiel que combina descanso, bienestar e historia. El establecimiento se convierte en un laberinto de pasillos, escaleras, rincones y estancias con olor a velas que trasladan al huésped a un pasado de sosiego y relax. Tras una profunda rehabilitación, las antiguas celdas de las religiosas son actualmente 64 confortables habitaciones decoradas con maderas nobles y equipadas con todas las comodidades del siglo XXI. Y en homenaje a la cultura vitivinícola de la comarca, diferentes tipos de uva dan nombre a sus tres salones, con capacidad para más de 400 personas.Otra de las opciones de la comarca es dormir a orillas de un viñedo. La sugerente propuesta puede llevarse a la práctica en el Hotel Tudanca, un tres estrellas en Aranda de Duero con 40 habitaciones y un restaurante en el que puede degustarse la cocina más tradicional de la zona. Y si el alojamiento coincide con la época de la vendimia, el huésped tendrá, incluso, la posibilidad de pisar la uva con sus propios pies. ¡Toda una experiencia para recordar! Ficha>> Lugares de interés: Curiel de Duero, Monasterio de Santa María de Valbuena, Olivares de Duero.>> Dormir: Casa La Vieja Olma, en Roturas, es una estupenda elección (983 484 128), así como el Palacio de Guzmán, un alojamiento rural con encanto en Guzmán (947 530 129).>> Comer: El Nazareno, Roa de Duero, Tel. 947540214, y El Chuleta, Roa de Duero, Tel. 947540312.>> Bodegas: Torres de Anguíx, en Anguíx, Tel. 947554008 y Hermanos Sastre, en La Horra, Tel. 947542108.