Toledo
Una oportunidad verde para la mujer
El medio ambiente representa una buena salida con amplias perspectivas de desarrollo social y económico también para las féminas. Hoy, Día de la Mujer Trabajadora, es una jornada ideal para ponerlas de actualidad.
La participación de la mujer en la toma de decisiones relativas al medio ambiente y la incorporación de una perspectiva de género en las estrategias orientadas al logro del desarrollo sostenible fueron necesidades identificadas en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Beijing en 1995. Tal y como apuntaban sus conclusiones, «sin la plena participación de la mujer, no es posible alcanzar el desarrollo sostenible». Por ello, tanto el hombre como la mujer (hoy precisamente es el Día de la Mujer Trabajadora), deben formar parte de las políticas que tengan como objetivo asegurar la pervivencia y el desarrollo de las comunidades de las zonas más vulnerables ambientalmente, como las rurales. La herramienta básica del desarrollo pasa por fortalecer las capacidades y por potenciar el papel de los millones de mujeres que viven en esas áreas. Así se hace realidad, una vez más, la conocida frase: «el medio ambiente es una oportunidad».En los países más pobres, dotar a las mujeres de capacidad de gestionar los recursos ambientales les permite acceder a la educación y a la participación. «Recibir una formación vinculada a un entorno productivo permite a las féminas planificar y tomar decisiones sobre su vida. Una actividad productiva les abre muchas perspectivas: ven que son capaces de trabajar en red, de asociarse, de montar una cooperativa y de hacer uso del dinero», explica Beatriz Pozuelo, coordinadora de Proyectos del Área de Cooperación de la Fundación Ipade. En general, esta participación de la mujer contribuye a «elevar su estatus y a que sean reconocidas como capaces de aportar un salario al hogar. Algo inusual aquí, donde estaban relegadas a actividades poco valoradas como el hogar o el transporte de leña o agua desde el bosque a la aldea», declara Rebeca Atencia, directora del Centro de Recuperación de Chimpancés del Instituto Jane Goodall en Tchimpounga (República Democrática del Congo).En España, casi cinco millones de mujeres viven y trabajan en zonas rurales y su labor suele pasar desapercibida. A diario lidian con la discriminación, el desempleo o la falta de oportunidades. «Pero que ellas continúen en su territorio es imprescindible para el desarrollo sostenible del medio rural», afirma Paloma López, subdirectora general de Igualdad y Modernización del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. De hecho, continúa López, «las mujeres rurales han captado la importancia del medio ambiente como generador de empleo y han sido pioneras en hacer de éste un campo en el que poder diversificar la economía del medio rural». Desde «grupos como Leader y Proder encontramos numerosos ejemplos de emprendedoras rurales que desarrollan su negocio de forma exitosa», añade.
Consumibles reciclados con toque femeninoDaría Robles abrió su empresa de reciclaje de consumibles de informática, con una franquicia de Fill-Up Ibérica, hace un año. Es un ejemplo de emprendedora en el medio rural. Vive y trabaja en Manganeses de la Polvorosa, Zamora, localidad de 700 habitantes cercana a Benavente. «Quería trabajar por mi cuenta y vi que, entre las necesidades de la zona, lo que más salida podía tener era lo relacionado con la informática». No está siendo fácil, «porque todavía no hay mucha conciencia ambiental. El cartucho reciclado no se valora lo suficiente», reconoce Robles.Aun así, tiene 90 clientes fijos, pero de momento sólo saca para los gastos.« Por suerte, no tengo competencia, pero necesitaría un ayudante que visitara más empresas». De momento ella hace todo el trabajo: recogida y entrega a domicilio, rellenado de los cartuchos y tonners, oficina... Antes de empezar, aprendió su trabajo en Portugal, pidió un crédito y recibió el apoyo y asesoría del grupo de acción local Macoval, que orienta a las empresarias rurales.«Mamás adoptivas» de un chimpancéEn el Centro de Recuperación de Chimpancés que el Instituto Jane Goodall mantiene en Tchimpounga (Repúblicadel Congo) las mujeres tienen gran protagonismo, especialmente desde que lo dirige la gallega Rebeca Atencia. Sus 15 trabajadoras locales realizan funciones muy variadas: unas cuidan de los chimpancés, como madres adoptivas, otras hacen labores de limpieza, hay una auxiliar de veterinaria y jefas de equipo. «Su labor es de gran responsabilidad, y han sido seleccionadas rigurosamente. Son personas con carácter, disciplinadas y muy profesionales», explica Atencia. Con su salario, «exactamente el mismo que el de los hombres que desempeñan funciones similares», adquieren cierta independencia económica y pueden ahorrar para emprender pequeños negocios. También pueden afrontar imprevistos como enfermedades. En Congo ni los hospitales ni las medicinas son gratuitos y tener un salario es algo decisivo a la hora de, por ejemplo, salvar la vida de un hijo», concluye.Aislamiento de tuberías con un buen programa ambientalRME es una empresa familiar dedicada al aislamiento térmico y acústico de tuberías industriales situada en Villarubia de Santiago, Toledo. Castellar Nieto es la responsable de la administración y una muestra de cómo las acciones locales pueden contribuir al cambio. «A través de la Asociación Don Quijote asistí a un curso de capacitación empresarial dentro del programa Mevel (Mujer, Empresa y Vida Económica Local), para empresarias y emprendedoras rurales que tenía un módulo de Buenas Prácticas Ambientales». E implantó, voluntariamente, en RME las que le afectaban: «antes quemábamos todo, plásticos, cartones, palets. Ahora separamos los residuos, los llevamos a contenedores, reutilizamos los palets y un gestor se lleva la chatarra sobrante». Cultivo y recolección de plantas aromáticas en MarruecosEn el Parque Natural de de Talasontan, en Marruecos, 22 mujeres de entre 17 y 31 años se han afanado en cultivar plantas aromáticas, que después han recolectado, secado, envasado y comercializado en la vecina Chefchaouen. En palabras de Beatriz Pozuelo, de la Fundación Ipade, «su trabajo les sirve para mostrarse a sí mismas, en un entorno cultural donde la mujer tiene un papel social muy escaso, que son capaces desarrollarse individualmente y como miembros del grupo, de organizarse, repartir el trabajo, crear una cooperativa y decidir, sin la intervención de los hombres, qué hacer con el dinero que obtengan con la venta de sus productos». Ésta es la parte social de un proyecto de explotación forestal sostenible de la Fundación Ipade ha desarrollado en la zona y cuyo objetivo se resume en «mostrar cómo aprovechar los recursos del bosque, al que la población local no le veía beneficio. Por eso, la masa forestal estaba en peligro por incendios forestales y por la presión de otras actividades productivas. Sin embargo, un ecosistema adecuadamente gestionado genera bienes y servicios esenciales para su bienestar. Un bosque genera muchos productos de los que obtener beneficio como el corcho, la miel, etcétera».
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