Badajoz
Una terapia a caballo para niños
La «equinoterapia» ayuda al desarrollo emocional de los pequeños discapacitados intelectuales . Unos 70 alumnos ejercitan este tratamiento, que también repercute en una mejora física
mérida- «Utilizar el caballo y un entorno natural como agente motivador para la consecución de un desarrollo global de personas con discapacidad intelectual, mejorando su calidad de vida y la de sus familias». Éste es el objetivo que persiguen a diario los profesores y monitores de la asociación de carácter benéfico Aprosuba-9 en su centro educativo Nuestra Señora de la Aurora de Villanueva la Serena (Badajoz). En total, son 70 los alumnos con discapacidad intelectual que son sometidos a una terapia, en la que el caballo es la pieza fundamental para lograr que adquieran «una mejor estabilidad emocional y un bienestar físico», según explica Pedro Pablo Gallego, profesor del centro y precursor de este proyecto. La equinoterapia, que así se llama este método, ayuda a motivar a los niños en aspectos físicos y emocionales, hasta el punto de «aumentarles su autoestima». Lo mejor, que los alumnos no abandonan el centro educativo para ir a un picadero, sino que en la actualidad, dice Gallego «tenemos el privilegio de realizar aquí la equinoterapia ya que tenemos caballos, cuadras, arneses de equitación y pistas de trabajo; lo que hace que tengamos una situación óptima para poder llevar a cabo esta actividad con la máxima calidad posible». En este centro de Villanueva de la Serena se desarrollan tres modalidades de las cuatro en que consiste la equinoterapia: hipoterapia, equitación terapéutica y social y psicomotricidad. Con y sin mando En la hipoterapia los alumnos se ejercitan montados en los caballos, pero siempre acompañados por un profesor, «ellos no tienen mando sobre el equino» señala Gallego, que añade que el beneficio que se consigue es sobretodo «físico, se mejora la elasticidad, la musculatura y también las articulaciones». Por el contrario, en la equitación terapéutica, sí tiene el mando sobre el caballo el propio alumno. Así, explica el monitor, niños que están en sillas de ruedas, gracias a los estímulos que reciben del movimiento del caballo «mueven sus músculos como si estuvieran andando. Además, los alumnos mejoran su autoestima, porque ven el mundo desde arriba, a una altura distinta a la que se ve desde una silla de ruedas, de esta forma cambia su visión del mundo, les abre la curiosidad y les motiva para aprender».
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