Barcelona
Versión reducida de los antitaurinos
A Barcelona le quieren quitar el alma de piel de toro y apenas unos días antes de que el toreo se diera cita en la Monumental con la encerrona de José Tomás se presentaron en el Parlamento Catalán 180.000 firmas para acabar con las corridas de toros en esta tierra. No sorprendió, formaba parte del trámite anunciado y del revés político que maneja toda esta historia. Aquí lo que menos importa es el toro y la Fiesta, el motor de todo esto son otros intereses que quedan al descubierto al menor análisis. Abrumador encuentro de intereses políticos. Ayer hubo en Barcelona una explosión de toreo que llevó al júbilo, a la creencia más íntima y real de la Fiesta y nada quedaba en el ambiente de las firmas, ni de la búsqueda de esa ley, ni del deseo de abolir una Fiesta con aroma catalán, con poso barcelonés. En todo caso rabia por querer robar lo que no les pertenece. El dato más relevante, por lo que tiene de inesperado, fue que ayer, el día glorioso del toreo y en un momento tan intenso de su lucha, apenas se reunieron a las puertas de la Monumental para aunar insultos contra quienes sí vivimos la Fiesta en el lado de la pasión. Tan pocos antitaurinos airados que resultaba una versión reducida de lo que había sido otros años. Apenas nos sentimos agredidos.
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