Getafe C.F.

Y el «Pupitre de Roble» es para Ángel Torres

La Razón
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Antes que nada quiero dejar claro ante notario que no tengo ninguna intención de trabajar en el Getafe ni esto que leeréis es una biografía reducida de Ángel Torres. Está comprobado que cada vez que desmenuzo las andadas del «Geta» en sus cinco últimos años, como diría el maestro Matías Antolín, el síndrome del caracol se apodera de mí. La baba se me cae ante un conjunto humilde que, año tras año, va creciendo hasta convertirse en el día de hoy en el verdadero «RIO» (República Independiente de la Oportunidad). Sólo hay que mirar por el retrovisor para ver cómo jugadores desorientados y desilusionados con la vitola de bisutería (Riki, Gabi, Gavilán, Paunovic, Diego Rivas, Alexis, Paredes, Güiza, etc.) acabaron convirtiéndose en brillantes para otros equipos. Hasta la fecha ninguno ha podido brillar en sus nuevas repúblicas, exceptuando uno que debería seguir residiendo en Getafe: Güiza.

Da la sensación de que el ambiente campechano, cercano y falto de presión que se ha construido en el Coliseum y alrededores es uno de sus secretos. Sólo hay que ver cómo duplican todos sus prestaciones, Celestini, Cotelo, Casquero, Belenguer, Craioveanu y una larga lista. El gran artífice, Ángel Torres, nunca disimuló que el getafense es un club presidencialista, en el que él hace y deshace a su gusto. Los números le avalan, la rentabilidad en la compra y venta de futbolistas demuestra que es de las gestiones más eficaces. Hay que recordar que no sólo se ha convertido en lanzadera de jugadores, ahí están también sus aciertos con entrenadores inexpertos. Primero fue Míchel. Mientras éste dudó, Quique firmó, dejando, después de un notable trabajo, unos mimbres a los que Schuster supo extraer bastante rendimiento.

Ahora, Laudrup, y los «Graneros», «Pablos Hernández», De la Red y «Braulios» se han convertido en los nuevos polluelos de Torres. Éstos, poco a poco, ya van cogiendo color y empiezan a crecerles las alas. Con todo este repertorio no me extrañaría que en los cursos de entrenadores de la Ciudad Deportiva de la Federación no presidan las clases ni San Pancracio ni la foto del Rey y sí el retrato de Ángel, el único que no mira currículum ni DNI para dar la alternativa.

Después de esto, ¿no es injusto que sean Laporta o Calderón los que den conferencias en Oxford o Cambridge, cuando son otros los que verdaderamente enseñarían cómo con un club modesto se entra (el viernes próximo) en el bombo de dieciseisavos de la UEFA? Si hay «Balón y Bota de Oro», ¿por qué no «Pupitre de Roble» para las grandes gestiones? Yo ya tengo mis tres candidatos: Ángel Torres, Fernando Roig y Patxi Izco. ¡Ah!, y no olvidéis cómo empecé el artículo.