África

Nueva Zelanda

Zidan no puede con Kaká

BRASILEntrenador Dunga HCambios: Ramires por Elano H (m. 63); Pato por Robinho H (m. 63); André Santos por Kléber s.c. (m. 83)EGIPTOEntrenador: Sehata HHCambios: Eid por Ahmed Hassan H (m. 51); Al Muhamady por Hany H (m. 75) Árbitro: Howard Webb (inglés). Expulsó a con roja directa a Al Muhamadi (m.89). Cartulina amarilla a Moawad. Goles: 1-0 (min. 5): Kaká. 1-1 (min. 9): Zidan. 2-1 (min. 12): Luis Fabiano. 3-1 (min. 37): Juan. 3-2 (min. 54): Shawky. 3-3 (min. 55): Zidan. 4-3 (min. 90): Kaká, de penalti. incidencias: Free State Stadium de Boemfontein. Alrededor de 20.000 espectadores.

Zidan no puede con Kaká
Zidan no puede con Kakálarazon

Brasil empieza y acaba con Kaká. Con un gol suyo abrió el marcador y con otro, de penalti, ganó el partido en el último instante. Entre medias, desapareció y Brasil se vino abajo. Sólo le quedaban los centros de Elano con la pelota parada para demostrar su presunta superioridad ante Egipto. Sólo presunta, porque, especialmente en la segunda parte, los africanos hicieron sentirse como un equipo pequeño a los pentacampeones del mundo.
Porque Brasil tiene a Kaká, pero Egipto tiene a Zidan. Le falta una letra y bastante fútbol para llegar a ser como Zizou, pero le basta para ser una estrella en Egipto y en la Bundesliga. Y para empatar con Kaká. Porque ayer el brasileño y Zidan fueron lo mismo. Dos goles para cada uno y el protagonismo en el juego de su equipo.
La globalización ha llegado al fútbol y ya ni África es África ni Brasil es Brasil ni nadie es nadie. Y todos se parecen a todos. La invasión de entrenadores europeos les ha robado a los africanos, especialmente a los árabes, su improvisación. Ahora todos defienden como si fueran italianos y atacan sin personalidad, confiando en sus talentos. Y el de Egipto es Zidan. Marcó el primero y el tercero de su equipo, los dos que servían a su selección para empatar y meter el miedo en el cuerpo. Aunque el segundo, el que ponía el 3-3, llegó un minuto después del tanto de Shawky, que había animado a los campeones de África.
Brasil estaba desaparecida, desamparada después del primer fogonazo de Kaká. Se llevó dos veces la pelota con la puntera, dos medio sombreros que dejaron con cara de bobos a los defensas egipcios y después resolvió con sutileza, por abajo, donde al portero le cuesta estirarse.
Con eso y dos carreras más con el balón pegado al pie parecía que el brasileño no tenía mucho más que decir. Dejó el relevo en la pierna derecha de Elano, que puso el 2-1 en la cabeza de Luis Fabiano después del saque de una falta y el 3-1 en la de Juan a la salida de un córner. Pero Kaká se reservaba para el final. Paciencia ha demostrado que tiene un individuo que confiesa haber llegado virgen al matrimonio. Esperar un rato a que pasen los noventa minutos debe de parecerle sólo un suspiro.
Y allí estuvo sin dar señales de vida hasta que Al Muhamadi sacó sobre la raya un balón con la mano. Al árbitro no le pareció grave el asunto hasta que le llamó la atención el cuarto árbitro. El egipcio se esforzaba por demostrar que el balón le había dado en la cara. Se la tapaba con las manos y se quejaba, pero lo que le dolía era la tarjeta roja que iba a ver poco después. Llegó el momento de Kaká. Se fue a los once metros, golpeó con la derecha a una esquina y Brasil respiró. Kaká es como Zidan. O un poco mejor.

Al «crack» brasileño no le preocupan los goles

Fernando Torres marcó tres goles el domingo contra Nueva Zelanda y Kaká consiguió dos ayer, pero no quiere peleas por ser el máximo goleador del campeonato. Ese título no le interesa. «Lo que yo espero es ayudar a mi equipo, pero no me preocupa ser o no ser un jugador decisivo», dice el brasileño. Aunque ayer sí fue decisivo. Asumió la responsabilidad en el último minuto para ganar un partido que se le había complicado a Brasil después de ir ganando 3-1. El seleccionador de la pentacampeona encontró una excusa para el derrumbe de su selección en el cansancio. «Mis jugadores están muy cansados por el partido contra Paraguay del día 10 y por la diferencia horaria entre Brasil y Sudáfrica», explicó. «Después del enfrentamiento contra Paraguay, lo normal hubiera sido que los jugadores se hubieran retirado a descansar, pero salimos inmediatamente hacia Sudáfrica, un viaje que se prolongó 23 horas», añadió el técnico brasileño. «Si hubiéramos estado practicando desde mayo, como Egipto, hubiéramos jugador mejor».