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Bolivia acelera para cerrar la era Morales

El Gobierno interino de la presidenta Jeanine Áñez promete «pacificar» cuanto antes el país, pero se teme un aumento de la división interna. El partido MAS toma el control del Congreso

Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia,
Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia,Juan KaritaAP

Continúa la tensión en Bolivia. Con pugnas de poder en las calles pero también en el Congreso. La plaza de Murillo en La Paz amanecía oliendo a gas después de una jornada de furia. Aunque con la mayoría de las tiendas céntricas cerradas, la gente se afanaba por volver a la realidad. En este mismo escenario horas antes, sectores afines a Evo Morales, que renunció a la presidencia de Bolivia el pasado domingo, marcharon a La Paz y bloquearon carreteras en otras regiones para protestar por su dimisión y exigir la salida de la presidenta interina, Jeanine Áñez.

Una multitud, en su mayoría de indígenas y vecinos de la ciudad de El Alto, llegaron hasta la vecina capital portando la whipala, la enseña multicolor indígena, y algunos gritaban la consigna «ahora sí guerra civil».

Un grupo prendió fuego, que luego se pudo controlar, a las puertas de una casa patrimonial situada cerca de la plaza Mayor de San Francisco, donde horas antes se congregaron los manifestantes. La Policía también intentó repeler a los movilizados con nuevas cargas de gases lacrimógenos. Incluso dos cazas surcaron amenazantes el cielo andino. Con la luna bien alta, asomando por el campanario de la Iglesia, los disturbios se calmaron. Y es que por ahora el vacío de poder que reina en Bolivia podría tener un final impredecible. Las marchas suelen comenzar en pequeños cabildos donde ondean colores aymaras. Son diarias. Luego comienza la batalla. Mujeres con bombín de avanzada edad y hombres de ponchos rojos, incluso niños que arrojan piedras en mitad de la humareda.

La crisis en Bolivia desatada tras las elecciones generales del 20 de octubre ya ha dejado 10 muertos, 508 heridos y 460 detenidos en distintos incidentes en 24 días de manifestaciones, según datos de la Defensoría del Pueblo.

La función de Jeanine Áñez será por tanto dirigir una transición ordenada que acabe en elecciones lo antes posible (aún no hay fecha) para «apaciguar las aguas» de una sociedad que todavía no entiende exactamente qué ha pasado.

Bolivia tiene ya un nuevo Gobierno interino tras la juramentación de 11 ministros. Añez ha dicho que es un Gabinete para «la reconciliación», pero los críticos han lamentado el nombramiento del ministro de Gobierno, Arturo Murillo, quien señaló que irán «a la cacería de Juan Ramón Quintana y Raúl García Linera», exministro de la presidencia de Morales y hermano del vicepresidente renunciado, Álvaro García Linera. Otro miembro del ejecutivo de Áñez señalado es Jerjes Justiano Atalá, que fue abogado de Luis Fernando Camacho, el líder del Comité Cívico de Santa Cruz que convocó huelgas contra Morales, apodado «el Bolsonaro boliviano». La presidenta indicó en su primer día en el cargo que buscará de inmediato restablecer todos los servicios de las entidades públicas después de varios días de caos total.

Por ahora cinco países han reconocido su Gobierno, entre ellos Rusia. Por su parte, el secretario general de la ONU envió a un emisario personal a Bolivia con el fin de apoyar la búsqueda de una «solución pacífica». Las preferencias en materia internacional de la nueva presidenta serán Estados Unidos y Chile. También nombró a los primeros embajadores que nombró y reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela.

También procedió al cambio del alto mando militar, no sin antes agradecer a los comandantes salientes por su servicio en un momento de alta tensión, como el que se está viviendo actualmente. El general Carlos Orellana es el nuevo Comandante en Jefe de las Fuerzas Aramas, en reemplazo de Williams Kaliman, que fue fiel a Evo Morales hasta que las protestas se desbordaron en las calles, por lo que terminó sugiriéndole su renuncia al cargo. Añez, además, dio un mensaje a la nación, en el que estableció la hoja de ruta de lo que será su gobierno.

En primera instancia dijo que asumió el mando para restituir el orden constitucional que, en su criterio, fue roto cuando el Tribunal Constitucional avaló la reelección indefinida de Evo Morales en noviembre de 2017, y la noche del pasado 20 de octubre cuando se produjo el fraude electoral denunciado por una auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA).

En ese marco, se planteó dos objetivos. Uno, la derogatoria de la sentencia constitucional que permitía la reelección indefinida de Morales y la convocatoria a elecciones «en el tiempo más breve posible». Áñez aseguró que el partido de Morales, el Movimiento Al Socialismo (MAS) «tiene todo el derecho a participar en las elecciones (...) , que vayan buscando candidato. Evo y Álvaro García Linera (su vicepresidente) no están habilitados para un cuarto mandato».

Sin embargo, de manera sorpresiva, cerca de la medianoche, los diputados del Movimiento al Socialismo celebraron una sesión parlamentaria para elegir a un nuevo presidente de la Cámara, dado que esta formación dispone del control de dos tercios de la Asamblea. Además desconocieron a la abogada Áñez como presidenta transitoria.

Por su parte, la ministra de Comunicación entrante, Roxana Lizárraga, acusó a Cuba y a Venezuela de estar detrás de la violencia en el país en apoyo a Evo. Mientras, en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador agradeció a Trump que «no haya opinado» sobre el asilo concedido a Evo Morales, mientras que el presidente electo de Argentina, el peronista Alberto Fernández, afirmó que si hubiera sido ya al frente de la Casa Rosada habría concedido asilo a Morales, como hizo México.