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Hong Kong: segundo muerto en cinco meses de protestas

Xi Jinping exige a Carrie Lam que restaure el orden público

Hong Kong protests
Manifestantes en el campus de la Universidad Politécnica de Hong KongDaniel William McKnightDaniel William McKnight

Entrar a la Universidad Politécnica de Hong Kong cada vez es más complicado. Al menos eso es lo que pretenden sus nuevos inquilinos. Sus accesos están repletos de clavos extendidos por el suelo, aceite, adoquines y barricadas; y en su interior una especie de caos organizado mantiene ocupados a multitud de antigubernamentales que permanecen atrincherados en la que ahora se ha convertido en una de sus bases de operaciones.

Allí, levantan muros con ladrillos y cemento o ensayan tiro con arco para, según dicen bromeando, divertirse y usarlo contra la Policía. Mientras, otros se dedican a fabricar cócteles molotov que prueban en la piscina olímpica del campus, cuyo suelo aparece salpicado de manchas negras provocadas por la combustión.

“Muerte o libertad”, se lee en una de las paredes que han pintado. Con ese fin, el de resistir ante un posible ataque policial ya son cuatro los días en los que muchos de ellos no han aparecido por sus hogares. “Mis padres me preguntan si estoy bien y me piden que me cuide, pero no he ido a casa”, comenta una joven que no quiso dar su nombre, mientras mete por un embudo gasolina a una botella de cerveza junto a la piscina.

Hong Kong lleva cinco jornadas consecutivas de enfrentamientos entre Policía y manifestantes desde que el lunes comenzara una huelga general en las que los antigubernamentales han logrado paralizar el transporte, suspender las clases en los colegios y dar por terminado el semestre actual en las universidades.

Un hombre de 70 años, segundo muerto en las protestas

Por si fuera poco, ayer se sumó la segunda víctima mortal desde que todo empezara hace ya cinco meses -el primer fallecido fue un joven universitario que cayó accidentalmente de un tercer a un segundo piso en un garaje cuando los agentes dispersaban a los manifestantes-. En esta ocasión, se trata de un hombre de 70 años que el miércoles recibió un ladrillazo en la cabeza mientras retiraba parte de los adoquines que los descontentos habían extendido por una calle del barrio de Sheung Shui. Poco después de conocerse la trágica noticia, el presidente chino, Xi Jinping, volvió a mostrar su apoyo al Ejecutivo de Carrie Lam para que restaure el orden público y ponga fin a la violencia.

Pero dicha tarea se antoja complicada. La ciudad está patas arriba. Los funcionarios han sido avisados de que si participan en las protestas o son arrestados o serán suspendidos, siguiendo una advertencia que el diario "Global Times" -altavoz del Gobierno central- publicó esta semana. Numerosos eventos culturales han sido cancelados y la economía ha entrado oficialmente en recesión por primera vez en los últimos diez años. Faltan turistas, los hoteles y restaurantes funcionan a medio gas y el vandalismo ha acabado con gran parte del mobiliario urbano, -el que queda, está pintarrajeado-.

Hacer planes se ha convertido en un rompecabezas para muchos hongkoneses que echan mano de sus móviles constantemente para ver en qué lugar se está complicando la situación y evitar pasar por esa zona. Sin embargo, la realidad es que los altercados se multiplican por diferentes áreas de la ciudad y es raro que los ciudadanos no respiren en algún momento los gases lacrimógenos lanzados por la Policía o deban buscar resguardo ante las cargas policiales.

A última hora de ayer, mientras los enfrentamientos se sucedían, los rectores de las nueve universidades del territorio se lamentaban del uso de los campus como “campos de batalla” y pedían al Ejecutivo “medidas concretas y efectivas” que solucionen este “punto muerto político”. El "número dos" del Gobierno salía al paso prometiendo “medidas más decisivas”, pero mientras lo hacía, los atrincherados de la Politécnica permanecían alerta haciendo turnos. “Esperaremos aquí a que venga la Policía”, aseguraba tras su mascarilla la joven de las bombas incendiarias.