Capitolio de los Estados Unidos
La trama de los «three amigos»
Gordon Sondland pasó de ser uno de los primeros donantes de Trump a convertirse en su hombre en Bruselas
Para entender la trascendencia de las declaraciones de Gordon Sondland, embajador de EE UU ante la UE, hay que recordar primero que es un hombre del presidente. Un donante, un colaborador, un cercano. Pero también uno más de los altos funcionarios que creyeron posible dominar a Donald Trump, corregir sus métodos, reorientar su fijación con Ucrania y, sobre todo, convencerlo de lo poco ortodoxo que resultaba tener a su propio abogado pidiendo información letal contra un ciudadano de EE UU, hijo de un rival político.
Por eso presionaron tanto en favor de una «reunión entre el presidente y el presidente Zelenski», dijo Sondland. «Pensamos que una vez que ambos se conocieran su impresión sobre Ucrania cambiaría». Lo pensaron, pero no hubo manera y el empresario hotelero y banquero, uno de los «three amigos» que han manejado los hilos de la Administración Trump, ha terminado como testigo clave en el « impeachment». Judío, hijo de un veterano de la II Guerra Mundial, su compañía dispone de propiedades en todo EE UU y desde los años 2000 compaginó la gestión empresarial con sus inquietudes políticas. Ha sido asesor del entonces gobernador de Oregón, el demócrata Ted Kulongoski. Colaboró durante años con el departamento que gestiona las producciones de cine y televisión en su Estado e incluso recibió un premio por sus contribuciones a la industria cinematográfica en Oregón.
En 2007, Sondland fue elegido por el presidente George W. Bush miembro de la Comisión de Compañeros de la Casa Blanca. Ayudó a Mitt Romney en su fallida campaña presidencial de 2012 contra Barack Obama y el 10 de mayo de 2018 Trump lo nombró embajador de EE UU ante la UE. Había donado un millón de dólares a su campaña. Los presidentes suelen realizar este tipo de distinciones entre sus patrocinadores.
Trump, entretanto, seguía en directo la comparecencia. A diferencia del vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado, Mike Pompeo, que juzgaron necesario emitir sendos comunicados para defenderse, el presidente eligió las redes sociales. «La caza de brujas del ‘impeachment’ ha terminado», sentenció. «El embajador Sondland le preguntó al presidente de EE. UU (a mí): ‘¿Qué quieres de Ucrania? Sigo escuchando todas estas ideas y teorías diferentes. ¿Qué deseas?’ Fue una conversación muy abrupta. No estaba de buen humor. Él (el presidente) acababa de decir: «¡NO QUIERO NADA! ¡NO QUIERO NADA! ¡NO QUIERO QUID PRO QUO! ¡DÍGALE AL PRESIDENTE ZELENSKI QUE HAGA LO CORRECTO!”». Otro que no parecía excesivamente feliz era RuGiuliani, que casi al mismo tiempo y desde la red Twitter exigía una disculpa por aceptar como cosa probada que tenga algún tipo de inversión en Ucrania.
«El abogado de los republicanos», escribió, «no ha hecho su propia investigación y no sé lo ha preparado, y está aceptando las mentiras demócratas. Una lástima. Permítame informarle: ¡No tengo intereses financieros en Ucrania, ninguno!». «Agradecería su disculpa», remató airado.
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