EE UU

Impeachment a Trump: Biden no rentabiliza el “quid pro quo”

La popularidad del presidente de EE UU no se resiente pese a las acusaciones reveladas por sus funcionarios ante el Congreso. El demócrata, en cambio, cae en los sondeos y en la recaudación de fondos

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Ha sido una semana atroz para la Casa Blanca. Ha sido una semana estupenda. Avanza el «impeachment» con las devastadoras declaraciones públicas de David Holmes, consejero de asuntos políticos de la Embajada de Estados Unidos en Ucrania, y Fiona Hill, asesora de la Casa Blanca sobre Rusia y Ucrania. Una joven congresista republicana, Elise Stefanik, se ha consagrado como la más ardiente defensora del presidente. Habló de la izquierda de Hollywood, y ha pasado a ser la favorita de la Casa Blanca.

Holmes describió una conversación telefónica entre Donald Trump y el embajador ante la UE, Gordon Sondland, en unos términos dignos de «Uno de los nuestros», con el presidente preguntando por su investigación y el segundo asegurando que los ucranianos están asegurados. Entretanto, Hill calificó las urgencias y presiones para conseguir que Ucrania anunciara una investigación sobre las actividades económicas del hijo de Joe Biden, de perfecta «fechoría».

Dos días antes, el propio Sondland había asegurado en su declaración jurada que la Casa Blanca exigió a Ucrania de forma meridiana un «quid pro quo». Si quería recibir la ayuda militar y económica de EE UU y si aspiraba a demostrar al Kremlin que el país seguía siendo objetivo prioritario de Washington, era obligado pregonar las pesquisas contra Hunter Biden. Aseguró, además, que trabajó junto a Rudy Giuliani, abogado privado de Trump, y que todo lo sucedido fue por orden «expresa del presidente de Estados Unidos».

Los grandes medios abrieron con titulares apocalípticos. Las audiencias respondieron con un bostezo. Los partidarios de Trump clamaron contra la traición y sus enemigos hablaron de catástrofe. Las encuestas siguieron donde siempre. Con la mitad del electorado convencido de que lo sucedido en Ucrania amerita el «impeachment» y la otra mitad seguro de que se trata de una indecente campaña para sacar al Trump del Despacho Oval.

Mientras, Joe Biden resiste el auge de sus rivales demócratas en las primarias, y especialmente de Elizabeth Warren, la candidata favorita de la izquierda, y de Pete Buttigieg, el pimpante alcalde de South Bend (Indiana). Los demócratas más centrados y centrales pretenden que Buttigieg sea el sustituto del viejo vicepresidente si finalmente éste no aguanta en la carrera. Acuciado por la evidencia de los 50.000 dólares mensuales que cobraba su hijo de una gasística implicada en numerosos casos de corrupción, resquebrajada su legendaria máscara de hombre incorruptible, Biden lo tiene cada día más complicado. Se resienten las cuentas, con las donaciones en caída libre, y hasta los números de los sondeos. De modo que el intento de «impeachment», condenado en cualquier caso a morir en la votación del Senado salvo terremoto incontenible, puede desencadenar la muerte política del senatorial y patricio Biden.

Una consecuencia indeseable para el corazón convencional del Partido Demócrata, mientras lo celebran el ala más radical del partido y el propio Trump.

Que la situación es cada día más cómoda para el presidente, y que los testimonios de los testigos le han permitido desatar toda una batería de ataques contra la mitad de los empleados del Departamento de Estado lo demuestra la presencia risueña que exhibió el viernes en una entrevista en Fox. Y no se limitó a hablar del «impeachment». Acusó al FBI de conspirar con los servicios secretos de Ucrania durante la campaña de 2016, presumió de que han instalado unos sofisticadísimos mecanismos en la frontera sur y celebró la consagración de Stefanik. «Se ha convertido en una estrella», comentó Trump, para añadir: «De vez en cuando conoces una nueva estrella, yo sé mucho sobre el estrellato. Sé mucho sobre eso, hice muchas estrellas, y te diré qué esta joven del norte de Nueva York se ha convertido en una estrella».