Reino Unido
Jeremy Corbyn no despega tras su giro a la izquierda
Los laboristas recortan ligeramente su distancia con los conservadores, pero aún se mantienen a siete puntos de Johnson tras presentar su programa
Se considera antimonárquico. Está a favor de la nacionalización de los ferrocarriles, el gas y la electricidad. Venera la figura de Hugo Chávez. Defiende la causa palestina y fue uno de los primeros en viajar a Atenas para apoyar a Alex Tsipras, cuando éste se convirtió en primer ministro griego y enemigo de la austeridad dictada desde Berlín.
Jeremy Corbyn causó gran revuelo cuando, de manera inesperada y solo gracias a las bases, fue elegido en 2015 líder del Partido Laborista, una formación que había saboreado su mayor éxito en la historia reciente cuando Tony Blair apostó por la Tercera Vía abogando por una posición de centroizquierda. No tardaron en bautizarle como el Pablo Iglesias británico, pese a que el laborista acaba de cumplir 70 años.
Corbyn nunca ha contado con el beneplácito de gran parte de sus propias filas. En la poderosa City es visto como el enemigo por su marxismo. Sus ratios de popularidad son los peores que nunca haya tenido un líder de los principales partidos. Y, sin embargo, los analistas avisan de que no se le debe subestimar. Sus posibilidades de ganar las elecciones del 12 de diciembre se reducen prácticamente a un 0%. En cualquier caso, sí podría dificultar las cosas para que Boris Johnson consiguiera la mayoría absoluta que necesita para ejecutar el Brexit.
Ya lo hizo en 2017 con Theresa May, a pesar de que ésta le llegó a sacar hasta 22 puntos de ventaja. La distancia que les separan ahora de los «tories» es de siete puntos. Esto daría a Johnson una mayoría de más de 40 diputados.
Con todo, sir John Curtice, el gurú de las encuestas, considerado toda una eminencia en Reino Unido, advierte de que mientras los «tories» tienen complicado seguir beneficiándose de la caída del Partido del Brexit –que cuenta tan solo con un 4% de los votos desde que decidió no presentarse en los distritos ganados por los conservadores en 2017–, Corbyn aún puede quitar votos importantes a los Liberal Demócratas, que se sitúan con un 13%. El partido de Jo Swinson tampoco acaba de despuntar. Debido al sistema electoral británico, muchos estarían pensando ahora en un voto estratégico y la manera más efectiva de quitar a Johnson la mayoría sería dar su apoyo a Corbyn.
Como gran órdago, el veterano político ha presentado el programa electoral más caro en la historia política británica. Sus planes pasan por expandir el Estado a su mayor tamaño desde la Segunda Guerra Mundial, con un gasto adicional cada año de 83.000 millones de libras (97.000 millones de euros) que espera recaudar a base de impuestos a los privilegiados, entre ellos las empresas. El laborista propone el aumento del 19% al 26% del impuesto de sociedades y una subida de las cargas fiscales a los que cobran más de 80.000 libras al año. En este sentido, asegura que el 95% de los británicos no van a verse afectados.
El director del Instituto de Estudios Fiscales (IFS), Paul Johnson, señala que «simplemente, su plan no resulta creíble». Sus análisis advierten de que si los planteamientos de Corbyn alcanzan las cantidades que indica, Reino Unido estaría aplicando «el impuesto de sociedades más alto de todos los países del G-7, y prácticamente por encima de todos los miembros de la OCDE». «Todo esto supondrá un riesgo muy considerable», recalca el IFS.
Con el manifiesto radical –donde también se recoge un sistema de nacionalizaciones, como British Telecom, para ofrecer banda ancha gratuita de Internet–, el objetivo de Corbyn es que la campaña se centre ahora en cuestiones domésticas y no en el Brexit, su gran talón de Aquiles. Nunca se ha encontrado cómodo hablando de la cuestión europea ni ha logrado acabar con los rumores que le presentan como gran euroescéptico, pese a tener una base mayoritariamente pro UE.
El programa propone ahora negociar un nuevo acuerdo de retirada en tres meses y en un plazo de seis someterlo a referéndum, donde Corbyn recalca mantendrá una postura «neutral».
Es cierto que el laborista no ha logrado el mismo impulso que logró en 2017 los días posteriores a la presentación del manifiesto. Con todo, los analistas recalcan la importancia del «efecto jóvenes». En las elecciones de 2017, hubo un millón más de nuevos registrados. El plazo termina hoy, pero, según las cifras oficiales, ya superan los tres millones, de los que, casi la mitad, son menores de 24 años, normalmente, prolaboristas y pro-UE. La campaña es aún larga y todo puede pasar. La gran pregunta se reduce casi a si el laborismo evitará que el «premier» se haga con la mayoría absoluta.
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