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La OTAN busca tejer en Londres su maltrecho vínculo con EE UU

La amenaza de Trump de no respetar el principio de la defensa colectiva tras la intervención turca en Siria planea sobre la cumbre de los días 3 y 4. Macron y Merkel chocan sobre el papel de la organización militar.

NATO Secretary General press conference in Brussels
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, defiende la vigencia de la Alianza Atlántica-/NATO /dpa-/NATO /dpa

«El euro es como un abejorro. Es un misterio de la naturaleza porque no debería volar, pero lo hace», sentenció el ex presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi en uno de los peores momentos de la crisis de deuda. Cuando se cumple el 70º aniversario de la OTAN, la organización se enfrenta también a la paradoja del abejorro. Fue una artefacto creado para volar en un mundo de dos bloques diferenciados, pero el fin de la Guerra Fría originó una primera y profunda crisis de identidad quizás nunca resuelta del todo. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su amenaza de romper el manto protector sobre los socios europeos vigente desde la Segunda Guerra Mundial, el abandono de Reino Unido del club comunitario, el papel de Turquía en la crisis siria y el auge de potencias como China han vuelto a poner plomo en las alas. Hasta el punto de que el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha erigido en Pepito Grillo y ha proclamado que la Alianza está en «muerte cerebral» y sugiere incluso que los socios europeos deben hacerse cargo de su propia defensa y reemplazar a la Alianza.

Aunque muchos aplauden su valentía, otros creen que un líder político no puede pensar ciertas cosas en voz alta. El propio Macron reconoció en presencia del secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, que con sus palabras tan solo pretendía una «llamada de atención» a sus socios. En vísperas de la cumbre en Londres para celebrar la efeméride, no será un encuentro de champán y confeti. El presidente francés pretende que se convierta en una terapia de grupo sobre el futuro de la organización.

Pero tras digerir la entrevista, en la burbuja bruselense reina la suspicacia. En los pasillos comunitarios se da por sentado que las palabras de Macron no están motivadas por la debilidad del vínculo transatlántico ni por Turquia o el nuevo papel de China como potencia militar, sino por la propia agenda del inquilino del Elíseo. El verdadero catalizador se llama Brexit.Tras el adiós de Londres, París quedará como la única potencia en el club europeo con arsenal nuclear, asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y cierta visión global. Francia parece deseosa de llenar el hueco de Reino Unido y proclamarse el protector del club comunitario.

Para Luis Simón, director del Real Instituto Elcano en Bruselas, Francia no tiene ni la «fiabilidad política necesaria ni las capacidades para garantizar la seguridad europea». Una apreciación en la que coincide con Bruno Lété, analista de German Marshall Fund. «Incluso aunque ahora los europeos nos pusiéramos a trabajar duro, nos costaría décadas llegar al nivel de EE UU para asegurarnos la protección. Mientras, les necesitamos».

Los recelos de Alemania son más que evidentes. Esta nueva crisis vuelve a poner sobre la mesa los fantasmas que llevaron al orden multilateral tal y como hoy lo conocemos, tras dos sangrientas guerras mundiales. Mientras Francia quedó en el lado de los vencedores y sigue defendiendo una política de defensa intervencionista allá dónde sea necesario, los traumas alemanes siguen viendo la política de defensa como último recurso. «Francia tiene una cultura militar diferente de la alemana y eso se refleja en las últimas propuestas de su presidente, pero Alemania también tiene sus intereses», responde la ministra de Defensa germana y futura sucesora de Angela Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer. La canciller también defiende con uñas y dientes que la colaboración con EE UU sigue siendo insustituible.

En el marco europeo, Londres ha sido el tradicional árbitro de estas dos concepciones. Para Léte no hay que sobredimensionar las diferencias, ya que cree que «las familias discuten pero siguen siendo familia». Simón cree, sin embargo, que «los franceses han olido una oportunidad tras el Brexit y hay que leer la entrevista de Macron dentro de un debate más amplio. Francia quiere reconducir los debates también en otros ámbitos, como la ampliación de la UE y la clave será en cómo irá reaccionando Alemania. La pérdida del contrapeso británico va a hacer que Alemania se tenga que desgastar y esto también puede tensionar la relación entre París y Berlín».

Pero hay otras variables, ya que ni la OTAN ni la UE están únicamente formadas por Francia y Alemania. También inquieta la sugerencia de Macron de un cierta aproximación en las relaciones con Rusia. Una hipótesis que puede espantar a los países del Este que ven a Moscú como una amenaza real tras la anexión de Crimea en 2014 y que, debido al aumento de tropas estadounidenses en la región, pueden considerar a Washington como el único garante de su seguridad.

Para Lété, «Moscú es un competidor y un adversario y hay que ser muy cuidadoso», pero a la vez «es necesario hablar con ellos porque son nuestros vecinos y de ellos dependen nuestra seguridad». También como nuevo motivo de preocupación, la operación turca en Siria que dejó abandonados a su suerte a los kurdos y que fue realizada sin permiso del resto de los socios. Una decisión que para Macron pone en cuestión el «uno para todos y todos para uno», el artículo 5 de la defensa colectiva.

Las tensiones se han acrecentado en los últimos cuatro años. Por primera vez, un presidente estadounidense ha amenazado con levantar el escudo de protección sobre sus socios europeos.Una cláusula que hasta el momento tan solo se ha puesto en marcha una única vez, tras los atentados del 11 de septiembre. Trump exige a los socios europeos que asuman su reparto de la carga hasta el 2% del PIB en gasto defensivo o habrá consecuencias. En realidad, no es el primer inquilino de la Casa Blanca que hizo esta petición. Lo que han cambiado son las formas.

Para Simón, la Administración Trump ha sido «bastante teatrera» en sus planteamientos y cree que el compromiso de EE UU no está en riesgo. Pone como ejemplo el incremento de las infraestructuras en Europa y el viraje en capacidades de disuasión para hacer frente a Rusia y China. El propio Macron reconoce que con sus palabras pretende que el debate deje de girar solo sobre números. Macron quiere que se aborde también la estrategia, quién es el enemigo, de quién hay que protegerse y cómo y cuándo hay que actuar.