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La OTAN sitúa por primera vez a China como amenaza

El presidente de EE UU califica de «hipócrita» a Trudeau tras un vídeo en el que aparece riéndose de sus excesos. Los aliados salvan una declaración conjunta a pesar de las múltiples tensiones internas

NATO Alliance summit in Watford
El "premier" británico, Boris Johnson, y el presidente de EE UU, Donald Trump, conversan durante la cumbre de la OTAN en Walford (Reino Unido) el pasado diciembreYVES HERMANReuters

Los que estuvieron aquel 4 de abril de 1949 en la firma del Tratado de Washington habrían imaginado quizá un escenario muy distinto para el 70º aniversario de aquella Alianza Atlántica que se creaba para evitar una tercera guerra mundial. Pero la cumbre que se celebró hasta hoy en un resort de golf, en medio de la campiña inglesa, fue más que descafeinada. No hubo grandes festejos. Es más, la cita estuvo marcada por los desencuentros de sus estados miembros. Es cierto que siempre ha habido diferencias. Son 29 aliados. Pasa en las mejores familias. Pero quizá nunca se habían mostrado antes de manera tan pública.

Lo que se ha visto en este 70 aniversario ha sido una lucha de egos, tensiones ante la ofensiva -no consensuada- de Turquía en Sira y cada vez más dificultades a la hora de establecer una estrategia común en el tablero de juego, ante los nuevos retos que plantean países como China que, por primera, vez fue incluida ayer en la visión estratégica de la Alianza Atlántica por interés sobre todo de la Casa Blanca.

En este sentido, en el comunicado con las concusiones, los aliados se comprometieron a garantizar la seguridad de las telecomunicaciones, incluyendo las redes 5G. No se hacía en este párrafo alusión directa a China, sino más tarde, donde se le presenta como un país que ofrece a partes iguales “oportunidades” y “retos”.

Los mandarines cumplieron con su función, destacando a los periodistas la gran “excepcionalidad” que se había vivido en la reunión a puerta cerrada por la irrupción de hasta tres momentos de aplausos. El primero, tras la intervención de Macedonia, por aquello de que muy pronto se convertirá en la nueva incorporación a la Alianza. El segundo, cuando el “premier” Boris Johnson, como anfitrión, anunció las ayudas para Albania tras el terremoto sufrido hace unos días. El tercero, tras las palabras del secretario general, Jens Stoltenberg, al leer las conclusiones. Al parecer, nunca había habido aplausos, con la excepcionalidad de la cumbre de Lisboa en 2010, cuando se aprobó el actual plan estratégico de la OTAN.

Pero en la sala de Prensa, los asiduos a este tipo de cumbres recalcaban lo poco habitual de la brevísima sesión de trabajo en esta cita. Los mandatarios tan sólo mantuvieron una reunión de apenas tres horas donde cada uno tuvo tres min

utos de intervención.

En cualquier caso, en las conclusiones, los aliados mostraron su compromiso de unidad cual mosqueteros. Todos para uno, uno para todos. El símil lo utilizó, literalmente, Johnson que, como anfitrión de la cumbre, resaltó la “férrea solidez en el compromiso con la OTAN”. “El hecho de que hoy vivamos en paz, demuestra la premisa simple que yace en el corazón de esta Alianza. Que mientras permanezcamos juntos, nadie podrá esperar derrotarnos y nadie podrá empezar una guerra”, señaló.

Por su parte, el secretario general aliado, Jens Stoltneberg, recalcó que la reunión había transcurrido “con muy buen ambiente”. “Hemos tomado muchas decisiones y hemos demostrado que no solo miramos atrás a nuestra historia, sino también al futuro”, indicó en la rueda de prensa al término de la cita, en la que explicó que no se abordó “específicamente” la demanda turca sobre el terrorismo kurdo, un asunto sobre el que “es bien sabido” que los aliados mantienen diferentes opiniones.

En cualquier caso, en el encuentro bilateral mantenido entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, hubo cierta cordialidad, pese a la tensiones de los días previos por la compra por parte de Ankara a Rusia del sistema antimisiles ruso S-400. El norteamericano elogió ayer a su homólogo por la zona segura que está impulsando en el norte de Siria, destacando el cumpliendo del alto el fuego en la región.

Tras los encuentros bilaterales, Trump puso rumbo de regreso a Washington, dejando plantados a los que le esperaban para la rueda de prensa. Decidió cancelarla en el último momento al considerar que “ya había hablado demasiado”. Eso sí, antes de subirse a su avión, acusó al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de ser una persona con “dos caras”.

El canadiense es uno de los protagonistas que aparece en un video que se convirti en viral en redes donde se le ve charlando distendidamente junto al premier Boris Johnson, el holandés Mark Rutte y la princesa Ana sobre el estilo tan poco ortodoxo del inquilino de la Casa Blanca. Aunque sin nombrarle expresamente, todos, sin excepción, comentan sus interminables ruedas de prensa, sus frecuentes salidas de tono... “Acabas viendo cómo su propio equipo se queda boquiabierto”, señala Trudeau.

El vídeo, de apenas 30 segundos, fue grabado por la televisión pública canadiense CBC durante la recepción que se celebró en el Palacio de Buckingham sin sospechar de la repercusión que tendría cuando a alguien se le ocurrió subtitular la conversación y subirla a Twitter.

Trump, sin embargo, no hizo referencia alguna a su gran amigo Johnson, también presente en el corrillo. La química entre los dos es innegable. Les une su estilo “peculiar” y defensa del Brexit. Sin embargo, en plena campaña electoral para los comicios del 12 de diciembre, el premier marcó distancias - muy bien coreografiadas- para evitar fotografía con un líder no especialmente popular entre los británicos.

Cualquier salida de tono de Trump podía acabar perjudicándole, sobre todo ahora, que la oposición laborista, denuncia que, en caso de que los tories ganen las elecciones, el Sistema Nacional de Salud Pública estará encima de la mesa en un futuro acuerdo comercial entre Washington y Londres en la era post Brexit.