Brexit
La última batalla de los anti Brexit en Reino Unido
Víctimas del voto útil. Los liberaldemócratas pierden fuerza en la recta final de la campaña por el voto europeo a Corbyn
Cuando en septiembre Jo Swinson, recién nombrada la primer mujer líder de los liberal demócratas, se presentó ante los suyos en el congreso anual de la formación como «candidata a primera ministra», las palabras resonaron con fuerza en Westminster. Jamás se llegó a imaginar que la escocesa, de 39 años, llegara a convertirse en inquilina de Downing Street. Pero por aquel entonces los analistas sí advertían que Boris Johnson debía temer más por Swinson y su mensaje claramente pro UE que por el propio Jeremy Corbyn, líder de la oposición laborista.
En definitiva, se convirtió en todo un símbolo para aquellos que todavía creían que era posible parar el Brexit. De ahí que cuando comenzó la campaña para los comicios del 12 de diciembre el «premier» quisiera obviar por completo a la escocesa. «Esto es una batalla entre conservadores y laboristas, entre los que queremos ejecutar el Brexit y los que quieren celebrar un nuevo referéndum», matizó. Pues bien, el discurso se ha vuelto ahora en su contra. Debido a la excepcionalidad de las circunstancias y, ante el complejo y nada proporcional sistema electoral de Reino Unido, los británicos están pensando más que nunca su voto de manera táctica. En este sentido, muchos simpatizantes liberal demócratas están dispuestos ahora a votar por Jeremy Corbyn, líder de la oposición, con el único objetivo de evitar que Johnson consiga la ansiada mayoría absoluta que necesita para ejecutar la salida del bloque.
Esta es al fin y al cabo la clave de todo.Estos comicios no se tratan de quién va a ganar sino de por cuánto van a ganar los «tories». Y si se repite un Westminster fragmentado como ocurrió en 2017, el «premier» no podrá llevar a cabo el divorcio que promete ahora para el 31 de enero de 2020, cuando finaliza la nueva prórroga concedida por Bruselas.
«Los “remainers” se encuentran en estos comicios ante un gran dilema», asegura Patrick Dunleavy, de la reputada London School of Economics (LSE). «Tienen que elegir entre Swinson, que representa al partido pro UE por excelencia o la opción más descafeinada que ofrecen los laboristas. Corbyn sigue siendo una figura tremendamente impopular. Pero, tal y como funciona el sistema electoral británico, muchos prefieren darle en esta ocasión su voto útil porque saben que es la única manera de evitar que los ‘‘tories’’ consigan la mayoría absoluta», matiza.
La promesa con la que el líder de la oposición se presenta a estos comicios es la de solicitar una nueva prórroga a Bruselas, negociar en un plazo de tres meses un nuevo acuerdo de retirada y someterlo a referéndum en un plazo de seis. El veterano político, de 70 años, asegura que, llegado el momento, ante el nuevo plebiscito se mantendría neutral.
Tal y como reflejan las encuestas, los euroescépticos también están votando de manera táctica. Los propios laboristas han reconocido que subestimaron a los distritos que habían votado históricamente por ellos al considerar que serían incapaces de apoyar en algún momento a los «tories». Pero en efecto, hay circunscripciones euroescépticas que, aun votando por los laboristas desde la II Guerra Mundial, abogan ahora por Johnson, al considerar que es la única vía para salir de la UE. Por la misma razón del voto útil, muchos euroescépticos han abandonado ahora a Nigel Farage y el Partido del Brexit, para apoyar a los conservadores.
En cualquier caso, Dunleavy apunta que, «mientras que los ‘‘tories’’ ya no pueden beneficiarse más de la caída de Farage (apenas con un 3% en los sondeos), los laboristas aún pueden beneficiarse a costa de los liberal demócratas». Las últimas encuestas otorgan, de media, a las filas de Johnson una ventaja de 9,5 puntos. Cuentan con un 42,5% de respaldo, frente al 33% de los laboristas, 13% de liberal demócratas y 3% del Partido Brexit.
Los analistas consultados consideran que hay alrededor de un 65% de posibilidades de que los conservadores ganen con una cómoda mayoría para ejecutar el divorcio con la UE. Pero si hubiera un 3% de cambio de voto, el «premier» podría verse en problemas. Por lo tanto, nadie se atreve ahora a descartar que se repita el escenario de 2017 con un Westminster dividido.
Al comenzar la campaña, los expertos vaticinaron que sería a la inversa. Creyeron que los laboristas iban a ser de alguna manera devorados por los liberaldemócratas por la impopularidad de Corbyn, la radicalidad de su discurso y su postura confusa respecto a la UE. En este sentido, las encuestas llegaron a otorgar a las filas de Swinson entre 80 y 100 escaños de los 650 que están en juego. Sin embargo, no está claro ahora que la formación naranja vaya siquiera a mantener los 20 que tenía.
En los comicios de 2017, los liberal demócratas ganaron tan sólo 12. Se fueron luego nutriendo de los rebeldes «tories» y laboristas. Pero no hay garantías de que estos últimos logren conseguir ahora ser reelegidos.
En cualquier caso, aparte de la cuestión del voto táctico, los expertos consideran que los liberal demócratas han cometido importantes errores en esta campaña. La promesa de revocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, para cancelar el Brexit, sin referéndum se volvió contra ellos al considerarse antidemocrática. Ahora ya no hablan de ello. Por otra parte, Swinson se ha enfrentado a los laboristas con la misma dureza que con los «tories» cuando el papel de esta formación siempre ha sido el de apoyar a uno de los dos principales partidos.
Asimismo, otro de los grandes fracasos de la campaña ha sido la de enfocarla casi de manera «presidencial», otorgando un gran protagonismo a su líder cuando era una gran desconocida para el electorado.
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