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La amenaza de una Escocia independiente cobra fuerza

La ministra principal, Nicola Sturgeon, se considera legitimada para convocar otro referéndum si Reino Unido abandona la UE tras las elecciones de este 12 de diciembre

SNP leader Nicola Sturgeon campaigns in Milngavie
Nicola Sturgeon, líder del SNP escocés, en el cierre de campañaRUSSELL CHEYNEReuters

Para la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, estos comicios adelantados se han convertido en la nueva excusa para demandar un segundo referéndum de independencia. La mayoría de los escoceses votaron en su día en contra del Brexit. Y ahora, debido al complejo sistema electoral, y al desgaste de los laboristas en un territorio que en su día fue uno de sus bastiones principales, los nacionalistas del SNP esperan cosechar unos buenos resultados que respalden su causa soberanista.

Según las últimas encuestas publicadas, las filas de Sturgeon podrían pasar de 35 a 43 escaños, de los 59 reservados a las circunscripciones escocesas. «Una victoria del SNP en estas elecciones sería un claro mandato del pueblo de Escocia para que se respete la democracia escocesa. Westminster no debe vetar el derecho del pueblo de Escocia a decidir su propio futuro», asegura una y otra vez la líder del SNP.

En caso de que el «premier» Boris Johnson consiga la ansiada mayoría, el choque de trenes está garantizado, ya que el «tory» ha mostrado un rechazo rotundo a ni siquiera discutir la posibilidad de una consulta soberanista. Y Sturgeon no está dispuesta a ceder, por lo que los analistas no descartan que la cuestión pueda llegar hasta los tribunales.

Durante toda la campaña, el primer ministro ha advertido de que, en caso de que finalmente haya un Westminster fragmentado, Reino Unido corre el peligro de celebrar dos nuevos referéndums. Uno sobre la permanencia en la UE y otro sobre Escocia, porque el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, sí se ha mostrado más abierto a entablar conversaciones para considerar un plebiscito en la segunda mitad de una hipotética legislatura laborista, siempre que, en las elecciones regionales de 2021, el independentismo obtuviese mayoría en el Parlamento escocés.

En 2014, Escocia ya celebró un histórico referéndum en el que el «no» a la independencia se impuso con el 55,3% de los votos, frente al 44,7% de los partidarios de la secesión. El SNP aseguró que aquel voto era el «único» en una generación. Sin embargo, tras el triunfo del Brexit en el referéndum de 2016 –donde la gran mayoría de los escoceses abogaron por seguir siendo parte de la UE–, Sturgeon consideró que tenía legitimidad para sacar de nuevo las urnas.

A principios de 2017, la ministra principal escocesa anunció la celebración de otro plebiscito para el otoño de ese año o la primavera de 2019. Aunque el Parlamento de Edimburgo –donde el SNP cuenta con mayoría– respaldó su propuesta con el apoyo de los Verdes, la entonces «premier» Theresa May rechazó cualquier tipo de diálogo al respecto hasta que no se hubieran completado todos los trámites del Brexit.

Tras el varapalo sufrido por el SNP en las generales de 2017 –donde perdió 21 escaños hasta quedarse con 35– y el triunfo de los candidatos «tories» al norte de la frontera, los planes separatistas se fueron al traste, pero ahora de nuevo Sturgeon vuelve a plantear el órdago a Londres.

En los últimos comicios, los «tories» consiguieron pasar en Escocia de uno a 13 escaños, sin duda alguna un auténtico triunfo personal de Ruth Davidson, líder de los conservadores escoceses. Ésta dimitió el pasado verano por discrepancias con Johnson respecto al Brexit. Con todo, los «tories» podrían conservar ahora la gran mayoría de los asientos obtenidos en 2017.