Italia
Las “sardinas” toman Roma contra Salvini
El movimiento espontáneo contra la ultraderecha reúne en la capital italiana a 40.000 personas en su mayor manifestación
Tenían la presión de llenar una plaza tan grande como la de San Giovanni, en el centro de Roma, y no defraudaron. El movimiento de las “sardinas”, ciudadanos anónimos que llevan un mes manifestándose por diversas ciudades italianas contra las políticas de odio que representa la extrema derecha en el país, cumplieron con las expectativas ayer en la capital. En torno a 35.000 personas asistieron a la convocatoria, según la Policía. En pocas horas demostraron que ellos también pueden ocupar ese lugar de concentración, tradicionalmente ligado a la izquierda, como hicieran el pasado 19 de octubre el líder ultraderechista de la Liga, Matteo Salvini, y sus socios.
Pero lejos de identificarse como derecha o izquierda, las “sardinas” huyen de todo tipo de siglas o intereses partidistas. La suya se ha definido como una lucha a favor de los valores democráticos y, si hace falta contraponerse a algo, que sea en contra del odio y la xenofobia. Nacieron como un movimiento de oposición a las políticas que puso en marcha Salvini en su año de gobierno como ministro de Interior y su constante discurso anti inmigración.
Las “sardinas” quieren que su base social sea lo más amplia y diversa posible, por lo que ayer eran pocas las pancartas y muchos los dibujos de simpáticos peces. Niños, jóvenes, padres y ancianos se movían en un ambiente nada estridente, con algunos grupos que cantaban, casi susurrando, el “Bella Ciao”, como para no querer ofender a nadie. Este himno antifascista se ha vuelto habitual en las plazas que han ido llenando, como advertencia al posible regreso del fascismo en el país donde lo puso en práctica Benito Mussolini.
“Tenemos que recuperar la memoria del antifascismo, transmitirla de padres a hijos como concepto fundamental de la Constitución. Condeno la violencia verbal y los sentimientos de rencor y odio de un cierto tipo de político. Habría que devolver los valores democráticos”, remarcó Marcello, que acudió con su mujer y sus hijos. De igual manera se expresó Roberta, que sin haber cumplido los 30 años, consideraba que “la vuelta a la dictadura es lo último que debería pasarle a Italia” mientras sostenía el cartel de un gran pez pintado con la bandera del arcoíris.
Aunque la iniciativa de las “sardinas” surgió de un grupo de jóvenes sin adscripción política, últimamente representantes de distintos sectores les han hecho guiños en un intento de acercamiento. El propio primer ministro, Giuseppe Conte, aseguró esta semana que el movimiento le caía “simpático” y expresó su disposición “a reunirse con ellos si lo desean”. El Vaticano, sensible a estas cuestiones, también quiso mostrar su cercanía. Así lo dejó entrever el cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y próximo al Papa Francisco, que calificó de “útil” que hubiera un grupo así para promover el sentido de la democracia en Italia.
Entre las declaraciones de quienes se han manifestado a favor del movimiento han sorprendido incluso las de la novia de Silvio Berlusconi, Francesca Pascale, que sin querer “exaltar la ideología de las sardinas”, encuentra “justa su batalla por la libertad, el respeto, la humanidad, la democracia y la acogida”. Su pareja está en horas bajas y en la cita de San Giovanni apenas pudo seguir el ritmo de Salvini y la otra gran figura de la ultraderecha italiana, Giorgia Meloni. Los tres representan actualmente la oposición al gobierno del Partido Democrático y el Movimiento Cinco Estrellas, y han centrado su estrategia de desgaste en las elecciones regionales. Los próximos comicios tendrán lugar en Emilia Romaña, en cuya capital, Bolonia, comenzó la marcha de las “sardinas”. Habrá que ver si el pescado también se les atraganta a ellos.
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