Libia

Erdogan y Putin llevan su guerra hasta Libia, a las puertas de la UE

El presidente turco anuncia el envío de tropas para sostener al Gobierno de Al Sarraj, reconocido por Naciones Unidas, la UE y Washington, mientras miles de mercenarios rusos apoyan a su enemigo, el general Jalifa Haftar. Hasta siete países se han implicado en el conflicto

Miembros del Ejército de Unidad Nacional libio, reconocido por la ONU, en una posición en la localidad de Ain Zara/REUTERS
Miembros del Ejército de Unidad Nacional libio, reconocido por la ONU, en una posición en la localidad de Ain Zara/REUTERSIsmail ZetouniREUTERS

La guerra en Libia para hacerse con el control de su preciada capital, Trípoli, lleva meses alimentada, cada vez en mayor medida, por potencias extranjeras. Pero a partir de enero, está internacionalización del conflicto podría entrar en una nueva fase si se cumplen las palabras del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que ayer anunció que su país se dispone a mandar tropas entonces al país africano para apoyar al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) del primer ministro libio, Fayez al Sarraj.

Según afirmó el mandatario turco en un encuentro con miembros de su Partido Justicia y Desarrollo (AKP), Ankara estaría actuando en respuesta a una invitación del GNA, y anticipó que el Parlamento aprobará el envío de tropas el 8 o el 9 de enero. Las autoridades de Trípoli, sin embargo, no han confirmado hasta ahora ninguna solicitud oficial a Turquía en esa dirección, y ayer mismo su ministro del Interior, Fathi Bashagha, aseguró en cambio que pedirían su apoyo en caso de que el conflicto en la capital escalase.

A principios del pasado abril, y envalentonado por una exitosa –aunque frágil– campaña en el sur del país, el autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL) del mariscal Jalifa Haftar lanzó por sorpresa una ofensiva contra Trípoli, sede del Gobierno del GNA, reconocido por la comunidad internacional. A pesar de que las fuerzas de Haftar se plantaron sin dificultades a las puertas de la ciudad, el conflicto alcanzó rápidamente una situación de estancamiento, y las fuerzas implicadas han confiado su suerte cada vez en mayor grado al apoyo brindado por sus respectivos aliados internacionales.

El anuncio de Erdogan, principal patrón del GNA, se produce un mes después de que Ankara y Trípoli firmaran un polémico pacto que amplía la jurisdicción de Turquía en el Mediterráneo Oriental, donde mantiene un tenso pulso con el resto de países de la zona para acceder al gas y al petróleo que almacena. A cambio, Erdogan y Sarraj acordaron expandir su cooperación militar y de seguridad, algo anhelado por este último.

A pesar del «impasse» en el que se encontraba sumido el conflicto en Trípoli, que ya ha provocado más de 200 muertos y 120.000 desplazados, recientemente la balanza bélica se estaba decantando poco a poco a favor del ENL, gracias sobre todo a su dominio sobre los cielos de la capital, que le estaba permitiendo incrementar sus ataques en el sur y el oeste de la ciudad. En este campo, las fuerzas del GNA han visto cómo sus capacidades han sido significativamente degradadas en los últimos meses, algo que el acuerdo con Turquía se cree que podría intentar remediar.

No obstante, esta superioridad aérea de los de Haftar no ha logrado hasta el momento traducirse en cambios sustanciales sobre el terreno, si bien en el frente meridional sus hombres habían sido capaces de aprovecharla para hacer pequeños pero significativos avances frente a las fuerzas anti ENL. Además, el comandante rebelde volvió a ordenar a mediados de este mes a las unidades bajo su mando estacionadas en el sur de la zona librar la «batalla final» por Trípoli, en un gesto que en anteriores ocasiones no ha conllevado cambios, pero que esta vez se entendió como un serio aviso hacia Turquía y el GNA.

A mediados de diciembre, el ministro de Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, indicó que, a pesar del acuerdo firmado, Trípoli aún no había hecho ningún requerimiento formal para recibir apoyo militar, una posibilidad a la que Erdogan ya se había referido antes y que empezó a cobrar fuerza cuando, en los días siguientes, el pacto fue enviado al Parlamento turco para ser aprobado y el GNA lo ratificó.

Visita sorpresa a Túnez

De acuerdo con lo que ha ido trascendiendo, dicha ayuda militar podría incluir vehículos, equipamiento y armamento para operaciones terrestres, aéreas y marítimas. El miércoles, Erdogan visitó por sorpresa Túnez para discutir la situación en Libia con el flamante presidente del país, Kaïs Sayed, y ayer el mandatario turco aseguró que ambos países habían acordado apoyar sin fisuras al GNA.

Quien también ha incrementado en los últimos meses su presencia en el tablero libio, pero del bando opuesto al de Turquía, ha sido Rusia, que ha enviado mercenarios del grupo paramilitar Wagner para apoyar a Haftar, en un movimiento que algunos consideraron que podría dar un notable impulso a sus fuerzas. Su aparición sobre el terreno renovó, a su turno, el interés de Estados Unidos en el país, sobre todo para intentar frenar la expansión y la creciente influencia de Moscú, más aún después de que un sistema de defensa aérea ruso supuestamente abatiera un dron americano operativo en la zona.

Además de Rusia, el ENL de Haftar cuenta con el apoyo de países como Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Jordania, mientras que el GNA ha dependido en buena medida de la ayuda proporcionada por Qatar, además de Ankara. A principios de mes, el Consejo de Seguridad de la ONU hizo un nuevo llamamiento a todos los países implicados en Libia a respetar el embargo de armas que pesa sobre el país y a mantenerse al margen del conflicto, una reclamación que ha caído en saco roto.

La mayor implicación de Rusia y Turquía en Libia ha hecho que la guerra en el país africano cobre tímidos paralelismos con el caso de Siria, donde ambos países brindan también un apoyo crucial a bandos opuestos.

En este sentido, Libia podría convertirse pronto en otra carta más de la baraja que manejan Moscú y Ankara en sus negociaciones abiertas sobre ambos países, y que está previsto que reúnan en enero en Turquía a Erdogan y su homólogo ruso, Vladimir Putin, para intentar zanjar sus diferencias sobre el apoyo de los primeros al GNA.